sábado, 26 de junio de 2010

El Dharma de la Crisis Planetaria


¿Es tiempo para un Séptimo Concilio Budista?
por David R. Loy y John Stanley

La civilización se terminará si seguimos naufragando en esta competencia por el poder, la fama, el sexo y el liderazgo económicos.
Thich Nhat Hanh,
The Art of Power

Si continuamos abusando de la Tierra, del modo que lo estamos haciendo, no cabe duda de la amenaza de destrucción que pesa sobre nuestra civilización. El cambio necesario implica iluminación, despertar. El Buda logró el despertar individual. Ahora necesitamos iluminación colectiva para detener este curso de destrucción.

Estamos atravesando tiempos de grandes crisis, confrontados por el reto más grande que la humanidad haya tenido que enfrentar: las consecuencias ecológicas de nuestro karma colectivo. Los científicos han determinado, más allá de toda duda razonable, que las actividades humanas están desencadenando un desastre ambiental a escala planetaria. El calentamiento global, en particular, ocurre a una velocidad incluso mayor de la esperada.
Cada vez son más los científicos que, como Thich Nhat Hanh, creen que la supervivencia de la civilización humana, quizás la raza humana misma, está en jaque. Hemos llegado a un punto crítico en nuestra evolución, tanto biológica como social. ¿Qué rol ocupa el budismo en esta causa? ¿Pueden las tradiciones budistas ayudarnos a enfrentar este reto, saliendo victoriosos? Estas preguntas de carácter urgente no pueden ser evadidas por más tiempo.


Nuestro entorno físico está cambiando a una velocidad mayor que las transformaciones acontecidas en cientos de millones de años, a excepción de los particulares cataclismos que devastaron la vida sobre la Tierra.
Dr. Ken Caldeira,
Stanford University
No nos gusta pensar en esta crisis ecológica, así como tampoco nos gusta pensar en nuestra propia muerte. Tanto en un caso como en el otro, la reacción de la humanidad es la negación. Reprimimos lo que sabemos pasará, pero a un alto costo: perseguidos por un vago terror nos obsesionamos por la competencia, el poder, la fama, el sexo y las finanzas. Muchos psicólogos creen que la gente de las sociedades altamente industrializadas es físicamente disminuida, consecuencia de su alienación de la naturaleza y su incapacidad de sentir la belleza del mundo o responder a su propia angustia. La persuasiva influencia de la publicidad es efectiva prometiendo llenar este vacío. Pasamos nuestro tiempo comprando substitutos cómodos que no nos dejan nunca satisfechos, porque nunca, nunca, tendremos suficiente de lo que en realidad no deseamos tener.

Las predicciones científicas respecto de los cambios ambientales son complicadas de entender completamente para las personas corrientes; oímos de altas temperaturas y el aumento del nivel del mar, superpoblación, recursos escasos y la extinción de especies. Donde quiera que sea las actividades humanas están acelerando la destrucción de elementos clave para el ecosistema natural, del cual dependemos todos los seres vivientes. Estos desarrollos amenazadores son individualmente drásticos y sorprendentes en su conjunto. La población mundial se ha triplicado, solo en el siglo XX. La economía productiva global puede llegar a aumentar de cinco a diez veces, con las correspondientes cuotas de consumo extremo de energía, producción de dióxido de carbono y deforestación. Es difícil imaginar todas estas cosas pasando mientras vivimos y en el curso de la vida de nuestros hijos.


Tenemos que considerar las perspectivas globales del sufrimiento 
y de la degradación del medio ambiente más que cualquier otra cosa 
en la historia de la humanidad.
14º Dalai Lama,
Collected Statements on the Environment.

El escape de esta trampa de la atención requiere elecciones conscientes basadas en una mayor percepción de nuestra verdadera situación. Como dice la eco-filósofa y discípula budista Joanna Macy: "la negación de lo que está pasando es por si misma el mayor peligro a enfrentar". Desafortunadamente, nuestra tendencia colectiva a la negación ha sido reforzada y manipulada por poderosas fuerzas económicas y políticas, cuyas bien pagadas campañas publicitarias y relaciones públicas tuvieron éxito en confundir toda la cuestión del cambio climático.

En Junio del 2008, James Hansen, director del Instituto de la NASA para Estudios Espaciales 'Goddard' y uno de los climatólogos más respetados del mundo, convocó a que uno de los directores de una gran compañía de combustible fósil sea juzgado por crímenes contra la humanidad y la naturaleza. Veinte años antes Hansen había pronunciado un discurso pionero que advertía al congreso de los graves peligros del calentamiento global debido al uso de combustibles basados en el carbono. Desde entonces, la crisis del cambio climático ha empeorado. Las emisiones de gas carbónico, que ya son las más altas que nuestra especie haya experimentado, se han estado incrementando radicalmente y si siguen esta tendencia los niveles de CO2 se duplicarán hacia mitades de siglo. De acuerdo con Hansen es necesario tomar acciones radicales de inmediato si queremos superar este calentamiento desmedido.

Los hielos del Ártico ofrecen un ejemplo dramático de estos argumentos. Los efectos del calentamiento global están sucediendo más rápidamente en los polos. Por mucho más tiempo del que nuestra especie ha vivido en esta Tierra, el Ártico ha estado cubierto por una superficie de hielo tan grande como toda Australia. Ahora, debido al aumento de la temperatura del océano y del aire, este hielo se ha estado derritiendo rápidamente. En el 2007 un reporte del Panel Intergubernamental en cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change) (IPCC) dice que el Ártico podría estar libre de hielo marítimo estival tan pronto como en el 2100. Hoy, cabe la posibilidad de que desaparezca en cinco años. Sin el 'Efecto Albedo' el cual describe que los blancos hielos reflejan los rayos solares, el océano Ártico absorberá más radiación solar, calentando las masas de tierra costeras. El derretimiento del Glaciar Greenland, por si mismo, elevaría los niveles marinos del mundo siete metros.




‘El Ártico ha sido habitualmente citado como el canario de las minas de carbón, 
en lo que respecta al calentamiento climático, y ahora el canario... ha muerto.’
Dr. Jay Zwally, Especialista en glaciares,
NASA Dic. 2007

Otra área críticamente afectada es el altiplano tibetano. La cordillera montañosa que lo rodea es fuente de ríos que proveen agua aproximadamente a la mitad de la población mundial: el Ganges, el Indus, el Mekong, el Yangtze y los Ríos Amarillos, entre otros. Los glaciares montañosos mantienen los sistemas de esos ríos acumulando hielo en invierno y descongelándose lentamente en verano. De acuerdo el mismo informe de la IPCC (2007), de todas formas, “Los glaciares en los Himalayas están retrocediendo más rápido que en cualquier otra parte del mundo y la tendencia de desaparecer hacia el 2035, o aún antes, es muy alta si la Tierra se sigue calentando a esta velocidad."

Los efectos adversos en los bosques, debido a la superpoblación y el desarrollo de elementos químicos en la atmósfera, han devenido en lluvias irregulares y calentamiento global. Este ha causado cambios en el clima, incluso derritiendo los Hielos Eternos, afectando no solo a los seres humanos, sino a otras especies.


Los ancianos dicen que estas montañas estaban cubiertas de una gruesa capa de nieve cuando ellos eran jóvenes y que ahora se están volviendo más y más delgadas, lo que puede significar que se acaba el mundo. El efecto dañino en la atmósfera, provocado por las emisiones químicas en los países industrializados es una muy mala señal.
14º Dalai Lama,
Collected Statements on the Environment

Globalmente, los eventos climáticos extremos (huracanes y tifones, inundaciones, olas de calor y sequías) han cuadruplicado su frecuencia desde 1950 hasta hoy día. El ciclo hidrológico planetario se ha desestabilizado, provocando terribles inundaciones en algunos sitios y aumentando la desertificación en otros. Así mismo, durante los últimos 30 años, nuestras corporaciones, nuestros políticos y los medios, que son ampliamente controlados por ellos – la “trinidad non sancta” – han contrapuesto activamente el montaje de “inconvenientes” datos científicos acerca de las causas y consecuencias del calentamiento global.

¿Cuál ha sido la respuesta corporativa y gubernamental a la repentina desaparición del hielo del Ártico? Las petroleras están muy emocionadas por las perspectivas de nuevos yacimientos. Los países se disputan la posesión de nuevos territorios cuyos recursos minerales y combustibles fósiles estarán pronto disponibles para ser explotados. Este comportamiento revela la relación entre los sistemas políticos y económicos que tenemos y los que necesitamos. Ecológicamente, tales reacciones no son menos descabelladas que las de un alcohólico que cree que la solución a su resaca es otro trago por la mañana.

El calentamiento global es una de las crisis ecológicas, aunque juegue un papel mayor por sobre las demás (como la desaparición de muchas especies de plantas y animales que comparten la Tierra con nosotros). Casi todos los científicos están de acuerdo en que la biosfera está sufriendo un evento masivo de extinción de especies, la sexta que ocurre en la historia de la geología.

Edward O. Wilson, de la Universidad de Harvard, uno de los más respetados biólogos a nivel mundial es de los que predicen que así como venimos haciendo los negocios, acabaremos por llevar a la extinción a la mitad de las especies vivientes, en el curso de este mismo siglo. Para los budistas esta puede ser la estadística que más nos haga pensar. ¿Qué significa para un bodhisattva, quien anhela salvar a todos los seres sintientes, que la mayoría de ellos están siendo arrastrados a la extinción por nuestras actividades económicas y tecnológicas?

Los seres humanos, más allá de nuestras habilidades, conocimientos y tecnología, somos básicamente un producto de la naturaleza. Por lo tanto, nuestro destino depende en gran parte de ella. A veces recibimos la errónea creencia de que podemos controlarla con la ayuda de la tecnología. Por consiguiente ha llegado el momento de darnos cuenta de la importancia de la naturaleza, la importancia del planeta.


Verás, un día podríamos encontrarnos con que todas las cosas vivientes 
de este planeta, seres humanos incluidos, están condenadas.
14º Dalai Lama,
Collected Statements on the Environment

La efectividad de la desinformación corporativa respecto del calentamiento global, especialmente en los EEUU, sugiere que el elemento crítico de nuestro apuro es la falta de conciencia, lo que nos lleva de nuevo al Budismo. El camino budista trata del despertar de nuestras ilusiones. Como dice Thich Nhat Hanh: hoy necesitamos un despertar colectivo de nuestras ilusiones colectivas – incluyendo la ilusión de haber sido habilidosamente manipulados por las compañías petroleras.

Según Al Gore, las compañías petroleras y carboníferas gastaron $427 millones de dólares en lobby y publicidad tan solo en la primer mitad del 2008. Sin importar quién maneje la Casa Blanca o el Congreso, permanecen en los medios masivos, el sistema nervioso de la sociedad, por llamarlo así, las megacorporaciones cuyas principales preocupaciones son las rentabilidades de sus publicidades y el no mantenernos informados del verdadero estado en el que se encuentra la Tierra. No podemos simplemente confiar en nuestros sistemas políticos y económicos para solucionar el problema, porque en gran medida ellos son el problema.

Esto implica una necesidad cada vez más grande y urgente en los budistas de reflexionar sobre la urgencia ecológica. Y tratar de hacer resistir las fuentes de nuestras grandes tradiciones. La crisis ambiental es también una crisis para el Budismo, porque el Budismo es la religión involucrada más directamente con la paliación de las ilusiones y el sufrimiento, el dukkha de todos los seres vivos, no solo de los humanos. Esto significa que el Budismo tiene algo particular para contribuir en este momento crucial en el que la humanidad necesita reunir lo mejor que ha aprendido a lo largo de su historia.

El tipo de sociedad consumista que constituimos hoy es tan tóxica para el ambiente que la manera en que estamos manejándonos resulta ser una estocada contra nuestra propia supervivencia. Para reorientar nuestra obsesión con el consumismo necesitamos distintas perspectivas que abran nuevas posibilidades. Las nuevas tecnologías no pueden salvarnos sin una nueva visión del mundo, una visión que reemplace nuestro énfasis en un crecimiento ilógico y sin fin, tecnológica y económicamente hablando, por un enfoque reparador de nuestra relación como especie con la Tierra.

Más precisamente, ¿qué es lo que tendría el Budismo para contribuir a esta conversión? Sus tradiciones no proveen una solución simple a nuestra crisis ambiental, pero su conocida crítica a la codicia, mala voluntad y la ilusión de un ego, los tres venenos que funcionan tanto institucionalmente como personalmente, nos pueden situar en la dirección correcta. Es más, el énfasis del Budismo en la transitoriedad, interdependencia y no ego, implica un profundo diagnóstico de las causas de nuestro dilema. Para una gran mayoría nuestra situación ecológica actual es una mayor y más funesta versión de la eterna urgencia humana. Tanto colectiva como individualmente sufrimos de un sentido de 'yo' que se siente desconectado de las demás personas y de la misma Tierra.

En términos contemporáneos, el sentido individual de 'yo' es una construcción psicológica y social, sin existencia o realidad propia. El problema básico con este 'yo' es el ilusorio sentimiento de dualidad. La construcción de un 'yo' interno separado, me aliena, generando un mundo 'exterior' ajeno y diferente a mí. Lo que es destacable de la perspectiva budista es su énfasis en el dukkha construido en esta situación. Este sentimiento de separación es incómodo (dukkha), porque un 'yo' ilusorio e insustancial es inherentemente inseguro. Como consecuencia nos obsesionamos con las cosas que 'esperamos' nos darán control sobre nuestra situación, especialmente en la competencia por el poder, la fama, el sexo y las finanzas, a la que se refiere Thich Nhat Hanh. Irónicamente, estas preocupaciones usualmente refuerzan nuestro problemático sentido de separación.

La solución budista no es erradicar los egos, cosa que no puede ser concretada, porque substancialmente no existe tal cosa como un 'ego' que exista por si mismo. Como expone Thich Nhat Hanh, “Estamos aquí para despertar de la ilusión de la separación.” Cuando me doy cuenta de que 'YO' soy lo que el mundo entero está haciendo aquí y ahora, el cuidar a los otros se vuelve tan natural y espontáneo como cuidar mi propia pierna. Esta es una unión vital entre sabiduría y compasión. Mi bienestar, a la larga, no se distingue del bienestar de los demás.

¿Acaso no se corresponden las urgencias individuales precisamente con nuestras urgencias ecológicas actuales? La enorme dualidad está entre la humanidad y el resto de la biosfera, entre nuestro sentido del 'yo' colectivo y el supuestamente externo mundo natural. La civilización humana es una construcción colectiva que induce a una separación del mundo natural, un sentimiento de alienación que causa dukkha. Los paralelismos continúan: nuestra respuesta a la alienación ha sido la obsesión colectiva con asegurarnos o justificarnos económica y tecnológicamente. Irónicamente (una vez más), no importa cuánto consumamos o cuánto dominemos la naturaleza, nunca será suficiente; porque el problema no reside en no tener suficientes riquezas o poder, sino en la alienación de la Tierra que sentimos. No podemos 'volver a lo natural' ¡porque de hecho nunca pudimos irnos! Necesitamos despertar y darnos cuenta de que la Tierra es nuestra madre, así como nuestro hogar y que, en este caso, el cordón umbilical que nos une a ella nunca podrá ser cortado. Si la Tierra se enferma, nosotros enfermamos. Si la Tierra muere, nosotros morimos.

Esa percepción implica mayor sensibilidad respecto a lo que ocurre en la biosfera, y mucho más cuidado al alterarla. Esto incluye un reconocimiento de las limitaciones de nuestro conocimiento. No podemos controlar un mundo que es, lejos, mucho más complejo que nuestras habilidades para entenderlo. Robert Jensen describe esto como la "la humildad humana que necesitaremos si hemos de sobrevivir a los usualmente efectos tóxicos de nuestra 'brillantez'”.

Nuestras actuales relaciones económicas y tecnológicas con el resto de la biosfera son insostenibles. Necesitamos ser radicales en el conservacionismo - es decir, conservar lo que hoy día estamos destruyendo con la explotación-. Para sobrevivir y prosperar a través de las duras transiciones a enfrentar, nuestras formas de vida y nuestras expectativas deben ser reguladas. Esto requerirá nuevos hábitos y nuevos valores. Aquí, el énfasis Budista tradicional en el desapego y la simplicidad puede volverse un factor muy importante en cuanto ayuda a redescubrir y reevaluar el sacrificio personal.

"Necesitamos recuperar un profundo sentimiento de comunidad que ha desaparecido de muchas vidas. Esto significa abandonar cierto sentido de individualidad, como máquinas consumistas alentadas por la cultura contemporánea y profundizar nuestras nociones de lo que significa ser humanos en búsqueda de un sentido”.
Robert Jensen.

Reconocer la seriedad de nuestra situación es vivir con un profundo sentido de pesar por lo que colectivamente hemos y seguimos causando. No debemos cerrar los ojos a una posibilidad real fundamentada por recientes estudios científicos: la extinción de nuestra especie. Somos desafiados por un nuevo tipo de dukkha, que las generaciones budistas previas nunca han enfrentado. Reconocer a este dukkha nos ayuda a soltar la competencia ilusoria por el poder, la fama, el sexo y las financias, que de otra forma nos distrae de la tarea crucial que necesita ser realizada. Este pesar no niega la alegría de vivir, la cual se vuelve aún más preciada a trasluz de nuestra elevada percepción de que esta alegría es transitoria. La devoción a realizar esta tarea, juntos, puede ser también una fuente de júbilo.

 Nosotros proponemos que en este momento de extraordinaria crisis climática, se convoque a una conferencia internacional que una a los líderes de todas las tradiciones budistas con el objetivo de considerar una respuesta colectiva. La urgencia de nuestra situación podría requerir un Concilio Budista – algo que ha ocurrido solo seis veces en la historia del Budismo. Según el Canon Pali, el primer Concilio Budista tuvo lugar en Rajagaha poco después del parinirvana del Buda; el sexto fue en Rangoon (Yangon) en 1954. Todos estos Concilios se convocaron para afirmar y preservar el Dharma y el Vinaya, pero hoy llama a algo totalmente distinto. En vez de irnos hacia dentro y enfocar la clarificación del Budadharma, los maestros budistas necesitan ir hacia afuera y preguntarse como puede el Budadharma ayudarnos a entender y responder a esta emergencia. Necesitamos otro tipo de bodhisattvas, que tomen votos no solo por los seres individuales sino para salvar también los pilares que soportan la vida y a las especies que sufren en esta biosfera dañada.

Somos desafiados como budistas a trabajar y a aprender de cada uno de nosotros para poder responder más apropiadamente. Clarificando el Dharma esencial del Buda, inherente en sus diversas formas culturales, podemos fortalecer su profundo y vital mensaje para este momento crucial en la sociedad global. Si bien las instituciones budistas (así como otras instituciones religiosas) tienden a ser conservadoras, el énfasis budista en la transitoriedad e insustancialidad implica una apertura y una receptividad a nuevas posibilidades que definitivamente hoy son necesarias.

Sea o no considerada dicha reunión como una conferencia internacional o concilio budista, lo que es importante es que las distintas tradiciones budistas tengan la oportunidad de reunirse y considerar cuidadosamente nuestra situación colectiva. Se puede esperar que algunos líderes budistas tengan especializaciones en climatología y ecología, la reunión podría empezar con una presentación realizada por científicos respetados acerca de los datos más recientes y lo que implican. El resto del tiempo sería volcado a intensas discusiones entre los participantes, para responder compartiendo perspectivas de este momento crítico y generando una comprensión consensuada con recomendaciones hacia la comunidad budista.

La mayor parte de la gente aún ve el mundo desde la óptica de sus religiones y esto implica una responsabilidad social para con las religiones. Si las ópticas religiosas necesitan ser actualizadas para poder responder a la emergencia climática, las distintas religiones necesitan hacer un mejor trabajo comunicándose y aprendiendo las unas de las otras. Pero... ¿Cómo hacer eso, salvo que los distintos grupos dentro de cada religión se comuniquen mejor? ¡Qué ejemplo inspirador podría dar el Budismo si las distintas tradiciones budistas fueran capaces de juntarse y elaborar una respuesta conjunta a esta emergencia climática! Dada la falla de nuestros sistemas políticos y económicos, esta es una oportunidad para las religiones de aceptar el reto de una forma que ninguna otra institución humana está capacitada para abordar.

En este momento de gran necesidad, la Tierra nos llama. Si el Budismo no nos ayuda a escuchar su clamor, o no ayuda a responder a éste, entonces quizás no es el Budismo la religión que el mundo necesita hoy. Este planeta azul es un hábitat maravilloso. Su vida es la nuestra; su futuro es nuestro futuro. De hecho, la Tierra actúa como una madre para con todos nosotros. Dependemos como niños de ella. Respecto de problemas de alcance global como el efecto invernadero, las organizaciones y los países por separado son inútiles.

A menos que trabajemos todos juntos, no vamos a encontrar solución alguna. 
Nuestra madre Tierra nos está enseñando una lección de responsabilidad universal.
14º Dalai Lama,
Collected Statements on the Environment.

David R. Loy es maestro budista zen y doctor en Filosofía. David Loy es un norteamericano que vivió muchos años en Japón y que bucea hábilmente en las aguas académicas. Loy es por sobre todo un representante de lo que hoy en día se llama "Budismo Socialmente Comprometido", el budismo que se sale de los monasterios para inmiscuirse de manera activa en lo social. En especial, a este hombre le gusta pensar sobre las problemáticas económicas, sociales y ambientales actuales desde lo que la perspectiva budista puede aportar, y hace un puente ida-vuelta entre el pensamiento oriental y occidental: no sólo lo que el budismo le puede contribuir a occidente, sino también lo que occidente le puede aportar al budismo.

John Stanley

3 Septiembre 2008
Traducción: Daniel Barbier para la Fundación Maitreya


Fotografías de Maguy Borrás

4 comentarios:

  1. Como le decía a un compibloggero hace unas horas: maldita la hora en que vine a Babilonia :) (si le echas un vistazo a mi blog verás que no soy muy pacífica). Realmente, me da pena la estupidez en que vivimos inmersos a este lado del mundo. Claro, que ahora el paradigma impuesto por los dos continentes dominantes es, dicen, una realidad mundial (yo no me lo creo: creo que eso también forma parte de la ceguera prepotente del llamado "primer mundo") pero qué quieres que te diga... yo echo de menos la humanidad que vivía al otro lado del mundo. Será que allí me lo pasé tan bien que no pude valorarlo hasta que llegué aquí y vi la cantidad enorme, pavorosa, de gente SOLA que hay. Gente vendiéndose al mejor postor, gente alquilando su cuerpo, su alma, su espíritu, su todo, por un pedazo de consumo. Y lo peor es que se lo creen. Pero no, qué digo: en realidad lo peor es que yo en su momento también me lo creí. Por eso estoy aquí.
    No soy optimista con respecto al cambio. Siento no serlo, pero habiendo visto lo que he visto, si lo fuera sería incongruente con mi propia experiencia de discriminación y marginalidad a este lado del mundo. O quizá, mi optimismo dispara en otra dirección: creo que si reventamos todos, no es que nos lo merezcamos, es que el reviente también forma parte de la evolución, y como tal tendremos que aceptarlo. Quizá el cambio de conciencia famoso consista en eso: en aceptar por las buenas que en nuestra insensatez la hemos cagado y no es tan malo, al fin y al cabo, que -por decirlo suavemente- esto se vaya al garete. Yo no creo en la muerte, sospecho que tú tampoco: un cambio de forma no nos vendría nada mal. Intuyo que quienes le tengan miedo a la muerte lo tendrán peor que nosotros.
    Namasté.

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  2. Climate gate, lean sobre eso.

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  3. Yo propongo algo, un nuevo precepto, 6.- Abestenerse de dañar el medio ambiente

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  4. Cerrar los ojos por temor a ver lo que nos sucede, también es dañarnos.
    Considero que es hora de enfrentar este "no querer ver" y accionar, de alguna manera, aquellas cosas que nos hagan falta para ser un poco más partícipes de cuanto sucede.
    Parecería que estam ajenos a este verdadero problema -que es de todos- esperando que otros lo solucionen en vez de participar activamente nosotros (los más interesados).
    Si seguimos esperando las respuestas desde afuera... ya se está haciendo tarde.

    Si me permites comparto esto en mi página de facebook.

    Un fuerte abrazo.
    NAMASTE.-

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