lunes, 21 de abril de 2008

Dokushô Villalba en El Tintero

“Siéntate y siéntete”, este es el mensaje que quiere transmitir Dokushô Villalba con su libro Zen en la plaza del mercado (Aguilar). Ahora que está tan de moda el Zen, este maestro de Dharma y fundador de la Comunidad Budista Soto Zen Española habla desde dentro. Al margen de la superficialidad, Dokushô explica en este libro como se puede alcanzar una vida más serena, más verdadera, más feliz; y cómo podemos buscar el equilibrio con el planeta que habitamos. Comercio justo, consumo justo, producción justa. Todas estas ideas están plasmadas en su libro que puede ser el inicio del camino que conduce a una vida Zen y en esta entrevista que ahora comienza con sus palabras.

Como apunte, la paz también se puede encontrar en las bellísimas fotografías de las que también es autor Dokushô Villalba (www.dokusho.eu).

¿Con que objetivo escribiste Zen en la plaza del mercado?

Con el objetivo de dar a conocer la tradición Zen y la proyección que esta práctica milenaria puede tener a la hora de arrojar luz sobre las causas de la crisis del mundo moderno y sobre las posibles salidas

¿Cómo se lleva la práctica el Zen o la vida Zen con otras teorías de la psicología actual como la gestión de las emociones o el autocontrol?

Se llevan bien. De hecho uno de los seminarios que imparto se llama Psicoterapia y espiritualidad. Hay publicado un DVD que recoge este seminario, donde expongo y estudio las relaciones entre la salud emocional y la salud espiritual. Por ejemplo, en el psicoanálisis tradicional, Freud consideraba que el espíritu religioso o el instinto religioso era una patología debida a un problema de carácter. Por eso la religión fue anatemizada en el psicoanálisis. Por otra parte, en las tradiciones espirituales se ha negado el trabajo de la psicología porque parece que irrumpía en el alma, que era coto privado de las religiones. Estos dos puntos de vista están muy superados actualmente y se ve que hay vasos comunicantes entre la salud emocional y la salud espiritual. No se puede tener una salud espiritual si no se tiene un cierto equilibrio emocional, por lo cual hay que trabajar a los dos niveles: a nivel de la estructura de carácter, de personalidad, de las emociones y a nivel espiritual. Hay que trabajar el ego, en el lenguaje psicoanalítico, y hay que trabajar más allá del ego, en el lenguaje Zen.

En el libro explicas como se puede meditar, las posturas, la respiración, la concentración en los sentidos, luego en las emociones… pero cuando paso de las emociones me pierdo, ¿cómo se hace después para conseguirlo?

La práctica de la meditación Zen es un entrenamiento que debe ser supervisado por una persona conocedora. No he escrito este libro para que la gente pueda meditar sólo con su lectura. Además de la lectura, se necesita instrucciones precisas para conseguirlo y supervisión continua. La práctica con el maestro para ir perfeccionándose es imprescindible. Es como si cojo un manual de F1 y pienso que, con su sola lectura, puedo conducir ya un coche de esas características.

Pero en este caso, como el instrumento es tu propio cuerpo, se piensa que es más fácil..

No hay nada más desconocido para nosotros mismos que nuestro propio cuerpo y nuestra mente, a pesar de tenerlos tan cerca.

Según planteas en tu libro es muy importante conocer la realidad para situarnos dentro de ella, pero es muy difícil conocerla porque está llena de subjetividades, ¿cómo lo hacemos?

Si cuando bajas una escalera no calculas bien la distancia de los peldaños, te caes. Eso quiere decir que esa percepción que tenías de la realidad no era adecuada. Igual sucede con todo. Vivimos a veces imbuidos en nuestra ignorancia y somos como elefantes en una cacharrería. Vamos dando golpes, haciendo daño sin querer. A veces creamos situaciones de confusión, de molestia, de aflicción y el resultado es que nosotros mismos estamos en un estado de aflicción, de falta de sentido, de frustración. Esta es la señal de que no nos estamos dando cuenta de qué va esto. Es la señal de nuestra torpeza. El mandato fundamental que lleva nuestro ADN no es sólo vivir, no es sólo instinto de vida. Su mensaje es vive y sé feliz. No sabemos cual es la meta última de la vida, pero podemos decir que todos estamos de acuerdo en que, en definitiva, queremos ser felices, sea como sea que cada uno defina esa felicidad. Si no lo conseguimos es que algo no está funcionando en nosotros.

¿Eso significa que la felicidad está en nosotros, no en el exterior?

Efectivamente.

Según este libro, nuestra vida debe estar en armonía con las tendencias de nuestro ser natural. ¿Cómo podemos hacer para saber cuáles son nuestras tendencias naturales?

No crear más confusión de la que hay. Por eso en la práctica zen es tan importante sentarse, sentirse y no hacer nada. Es difícil. El agua, cuando está agitada, se vuelve turbia pero cuando está quieta es transparente. Lo mismo sucede con nosotros. Estamos tan inquietos, tan angustiados, corriendo de un lado al otro, que este estado genera más agitación interior, emocional y mental, que no vemos. Así es como alimentamos la confusión. Sin embargo, cuando nos sentamos y nos tranquilizamos, sentimos nuestro propio corazón, nuestro ritmo respiratorio, la circulación de la sangre en el cuerpo. Cuando nos hacemos íntimos con nosotros, naturalmente sentimos lo que tenemos que hacer porque tenemos ese instinto animal que muchas veces está reprimido u oculto en medio de la confusión.

En el mundo en el que nos encontramos, el de la religión del mercado, ¿cómo podemos poner cada uno un granito de arena para salir de esta situación?

La responsabilidad individual es fundamental y, básicamente, la acción consiste en practicar un consumo responsable, es decir, no consumir innecesariamente. En las revoluciones del siglo XIX el poder estaba en el proletariado. Los proletarios eran los agentes para provocar el cambio de la historia. En el siglo XXI el poder de transformación se encuentra en el consumidor. El consumo responsable y el comercio justo son las claves. Esto significa no consumir más energía de la necesaria; no basar la felicidad en la adquisición de objetos materiales sino en el cultivo de un estado interior adecuado, en el trabajo con las propias emociones, con los propios deseos. Necesitamos una nueva cultura del deseo. Necesitamos aprender a desear, esto es, aprender a tener deseos que sean realmente sanos, que sean fuente de felicidad y de gozo, y no de destrucción y aflicción.

La sociedad de consumo actual excita el deseo hasta el paroxismo. El deseo es un fuego que está incendiando el planeta entero. El consumo está basado en desear más, siempre más. Esta huída hacia delante no tiene salida. Nos conducirá hacia el colapso porque no podemos desear ilimitadamente en un planeta cuyos recursos son limitados. En este planeta muy pronto seremos 9.000 millones de personas. Si 9.000 millones de personas, o 6.500 que somos actualmente, deseáramos y consumiéramos al ritmo que lo hacemos aquí, en España, no habría planeta suficiente para todos. Esta forma de entender la vida no tiene salida. La única solución es el decrecimiento económico, enfriar la economía, y aprender a vivir en una mayor sobriedad y en una mayor solidaridad.

Lo que nosotros consumimos de más es lo que otros consumen de menos. El equilibrio y la justicia son necesarios. No debemos olvidar que nuestro nivel de bienestar y de consumo tiene como resultado la miseria y la hambruna en otras partes del planeta, porque nuestra riqueza está basada en la depredación y en la injusticia. La riqueza de los países desarrollados y la pobreza de los países del tercer mundo están relacionadas.

La religión del mercado nos hace correr detrás de una zanahoria ilusoria, pero la verdadera paz y la verdadera felicidad no tienen nada que ver con el coche que usamos, ni con la cantidad de bienes que tenemos: comida, ropa, zapatos… no tiene que ver con eso. Tenemos que despertarnos del sueño de la quimera del oro y actuar en consecuencia. Esta será la auténtica revolución porque el consumo consciente hará que este el engranaje infernal se pare.
Si no nos paramos nosotros por las buenas, la naturaleza nos va a parar por la fuerza

¿También hablas de dejar de producir?

Debemos dejar de producir lo que no sea realmente necesario. Necesitamos una producción sensata y justa. Cuando entras en cualquier hogar occidental encuentras una gran cantidad de objetos inútiles. Vas a cualquier centro comercial y los objetos inútiles se cuentan por miles. La mayor parte de estos objetos sólo proporcionar un placer momentáneo cuando los compras. Después se convierten en un estorbo y pasan a formar parte de las toneladas de basura que producimos. Manipulamos una cantidad ingente de recursos naturales sólo para obtener instantes fugaces de falsa felicidad. A esto me refiero cuando hablo de la producción injusta e innecesaria. Para qué sirve tanta producción si ni siquiera somos capaces de aliviar el hambre en el mundo. Nuestra famosa productividad es estúpida. No tiene una utilidad real salvo el enriquecimiento material de unos pocos.

Mensaje último que quieres transmitir

Siéntate y siéntete. Es suficiente.

Entrevista de Yolanda Barambio para El Tintero
Fuente: http://lacomunidad.elpais.com/barambioes

sábado, 19 de abril de 2008

El zen, una búsqueda de felicidad interior

El maestro Dokushô Villalba recoge en ´En la plaza del mercado´ técnicas de meditación.

"Lo esencial para vivir en un estado de felicidad es la calidad del ser, no la del tener". Esta es una de las máximas que el monje soto zen y maestro Dharma Dokushô Villalba predica en su libro ´En la plaza del mercado´, una publicación editada por Aguilar y que expone las claves para comprender y sanar el malestar existencial en la era de la globalización a través de la meditación.

En una entrevista con este periódico, el maestro señaló que "el dinero se ha convertido en el nuevo Dios a adorar y la producción y consumo en el nuevo rito de expiación".

"Los efectos colaterales de este economicismo rampante son la injusticia social, los males ecológicos, la dominación neocolonial y confundir el precio con el valor de las cosas", añadió Villalba, fundador de la Comunidad Budista Soto Zen española y del Templo Zen Luz Serena.

Es por ello que Villalba quiere "aportar la visión del zen a esta situación" mediante su libro. "La búsqueda de la felicidad a través de la adquisición de bienes materiales nos hipoteca a depender de algo externo. La meditación zen ayuda a entrar en contacto con nuestra intimidad más profunda, con nuestros sentimientos y sensaciones, con la felicidad. Nos da un poso de satisfacción que nos hace depender cada vez menos de lo que poseemos y consumimos", añadió.

´En la plaza del mercado´ habla del zen desde sus inicios en India en el siglo V antes de Cristo, y trata la historia de esta cultura de una forma más actualizada: los principios filosóficos y la cosmovisión propia del zen entran en contacto con la fisiología, la neurología, la física cuántica y la psicología, matiza el maestro.

"Explico la técnica de meditación zen, fundamento de la tradición", añade Villalba, que se alegra de que la comunidad zen en España está en continuo crecimiento. Aunque advierte a los que se quieran adentrar en esta cultura: "el zen no es una ideología, ni una filosofía como tal, ni una religión. Es una práctica de meditación que conduce a una experiencia espiritual, a un estado de conciencia hasta llegar a un estado que se llama despertar", concluye.

Texto: N. Cacho
Foto: Gregorio Torres
Publicado en La Opinión, de Málaga, el 18 de Abril de 2008-04-19
Fuente: http://www.laopiniondemalaga.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008041800_11_173843__LucesdeMalaga-busqueda-felicidad-interior

viernes, 18 de abril de 2008

Como pollos en una granja



















Entrevista a Dokushô Villalba de Javier Estrada para la revista Plácet.

Maestro budista zen y español, de Utrera, Dokushô Villalba habla tranquilo y seguro, viste hábito de monje en plena Gran Vía y tiene una mirada serena y amable conversación cuando nos habla del libro que ha escrito. En su discurso tiene claro que la forma de vida creada por Occidente no se puede universalizar y que el consumo es una alucinación que no nos hará felices. Dice también que su experiencia zen es el camino.

¿Quién es usted?

Nací en Utrera (Sevilla), soy hijo de jornaleros andaluces, estudiante de Magisterio y con muchos años de trabajo en la lucha social y política en los barrios más marginados a mis espaldas.

¿Cómo llegó hasta el zen?

Fue tras un momento de crisis existencial en el que me di cuenta de que los valores de la lucha política no tenían la profundidad que yo requería. En esa época el mundo se dividía entre ricos y pobres, entre malos y buenos. Pero me di cuenta que unos y otros sufrían y que los seres humanos somos muy infelices. Yo tenía poco más de veinte años y cayó en mis manos un libro sobre budismo y ahí encuentro muchas respuestas y comencé a meditar y a experimentar.

Y ¿qué es el zen?

El zen no es una filosofía, no es fruto de la elucubración, no es una ideología ni un sistema dogmático de creencias. Es una experiencia vital y existencial que tiene como base la práctica de la meditación.

¿Qué le parecen los valores de las sociedades occidentales como la nuestra?

El dinero es hoy el dios al que todo el mundo adora y el mercado es la religión universal. Las religiones han pasado ser algo así como folclórico y residual en cuanto a su influencia. Y el rito de expiación actual es la producción y el consumo, y la creencia universal es en el progreso entendido como crecimiento ilimitado en el que todas las necesidades materiales puedan ser satisfechas. Hoy no hay más horizonte que el “produce y consume”.

¿Y cómo tenemos o cuidamos el espíritu y la felicidad?

La religión del mercado se basa en un error cognitivo, en una ilusión mental que es pensar y creer que el anhelo de felicidad puede ser satisfecho consumiendo bienes materiales o acumulando riqueza. Y eso es un error de bulto, una alucinación que sujeta un sistema en el que la sociedad es considerada como una granja de pollos donde a través de la estimulación del deseo, la gente entra en el engranaje del consumo para rendir plusvalía y beneficios materiales a una serie de clases privilegiadas.

¿Qué es la felicidad y cómo propone alcanzarla?

La felicidad no es un estado estático. Es un equilibrio dinámico. El estado de felicidad es un estado de autorregulación interior, además de armonía y sincronización con el medio ambiente. Desde este punto de vista tenemos que saber cuáles son nuestras necesidades reales y no seguir las necesidades creadas, que lo único que hacen es enajenarnos.

¿Qué propone el zen para ayudarnos a ser más felices?

El zen propone: “siéntate y siéntete”. No se trata de creer en nada, sino de sentirse a uno mismo. Toma contacto profundo contigo mismo. Hoy sacrificamos la felicidad emocional por tener acceso a bienes de consumo y así es cuando somos desgraciados.

¿A quien recomienda este libro?

A personas de entre 30 y 50 años. Aunque la meditación zen no es intelectual, es una pura toma de contacto contigo mismo. Es un libro para personas que han vivido, que han conseguido más o menos lo que querían pero que se siguen sintiendo vacíos; ¿por qué?, ¿qué ha fallado? Aquí están las respuestas.

¿Quién ganará Oriente u Occidente, zen o mercado?

La cultura occidental se ha basado en la observación del mundo externo y la cultura oriental se ha concentrado en el cultivo interior. La colonización fue un enorme trauma para Oriente y la reacción de defensa fue acercarse a Occidente para conocer y hacerse más fuerte que el enemigo. La globalización es inevitable y positiva pero sólo hay libertad para los capitales y la información y no está al servicio de la humanidad. Quien reparta equitativamente la riqueza y logre un crecimiento justo ganará.

Existe un uso abusivo y depravado del término zen.

Autor del libro “Zen en la plaza del mercado”, Aguilar, 2008)

publicada por Natalio Blanco, en Cambio 16, el 14 de abril de 2008.

Monje budista zen. Introdujo en España las enseñanzas de la escuela soto zen japonesa. Sus estudios sobre meditación zen son un referente en la difusión de esta práctica. Nació en Utrera (Sevilla) en el seno de una familia jornalera y en París estudió junto al maestro Taisen Deshimaru.

La corriente zen llegó a Occidente en la segunda mitad del siglo XX y desde entonces no ha parado de crecer y sumar adeptos. Pasó de ser conocida sólo por intelectuales y artistas a ser disfrutada por una cada vez más numerosa comunidad de seguidores. En Zen en la plaza del mercado (Aguilar) este reputado monje budista aporta muchas de las claves históricas y prácticas de esta corriente espiritual para que la meditación zen no tenga secretos para nadie y pase a ser una poderosa herramienta que nos ayude a comprender mejor el conflictivo y contradictorio mundo que nos ha tocado vivir, marcado por una potente y nueva religión: el dios Mercado y la diosa Globalización.

¿Por qué un título tan peculiar como Zen en la plaza del mercado?

Existe un texto clásico en la tradición zen que se llama “La doma del buey o las diez etapas del despertar”. La novena etapa es la experiencia cumbre del despertar espiritual, pero ahí no acaba todo. La décima etapa se conoce como “el retorno a la plaza del mercado”, es decir, el retorno a la vida cotidiana con las personas comunes. Esto quiere decir que, para el Zen, la más alta espiritualidad no es la que vive en la cima de la montaña o en la soledad del retiro, sino en medio del bullicio y de las actividades de la vida cotidiana. En este libro, después de exponer la historia, el fondo y la forma de la práctica de la meditación zen, después de conducir al lector o a la lectora por un viaje virtual hasta la experiencia del Despertar, retorno a las circunstancias cotidianas de cualquier ciudadano del siglo XXI, a la plaza del mercado. Y ahí describo el fenómeno cultural, social, político y económico que mayor influencia está teniendo en los tiempos modernos: la religión del mercado, un nuevo sistema de creencias en la que el Dinero es el nuevo Dios y la producción y el consumo exacerbados el nuevo rito religioso. En este libro, como Jonás, me adentro en las entrañas de la ballena.

Hoy día, todo lo que suene a zen tiene ganado el “cielo” del éxito editorial, aunque ¿no cree que hay demasiado aprovechado que vende “humo”?

La palabra zen ha sido puesta de moda. En una de mis conferencias una persona me preguntó si podría describirle en qué consiste el “orgasmo zen” del que había leído algo en una de esas revistas de usar y tirar. Se está produciendo un uso abusivo y depravado del término zen. Algunos expertos en publicidad y en marketing no dudan en utilizar el mismo útero de la madre que los parió si con ello consiguen enganchar a los consumidores. Por eso encontramos ipod zen, champú zen, gimnasios zen, cubertería zen… Lo mismo sucede en el mundo editorial. Todo el mundo quiere subirse al carro del vencedor y si la palabra zen está de moda, todos la usan para aumentar sus beneficios. Llevo veinticinco años publicando libros sobre el zen, pero si le preguntas a un transeúnte qué es el zen te dirá que uno de los últimos modelos de ipod. Este es un signo más de la cultura de la banalización que sufrimos. Por ello me alegro mucho de que una gran editorial como Aguilar haya roto una lanza al publicar una obra como la mía, que presenta fielmente la esencia de la tradición zen y las profundas repercusiones sociales, culturales y religiosas que el zen está tendiendo y tendrá cada vez más en occidente.

¿Es la respiración el tesoro más preciado para la meditación?

La respiración es el tesoro más preciado para la vida. Puedes vivir varias semanas sin comer y varios días sin beber, pero no más de unos pocos segundos sin respirar. Por ello, nuestra mayor riqueza personal es la respiración. Paradójicamente contaminamos el aire que respiramos en la búsqueda alocada de una riqueza abstracta que, finalmente, no nos hace más felices sino más ansiosos. La meditación zen consiste en sentarse y sentirse, tomar conciencia de la propia respiración, que es como decir tomar conciencia del maravilloso milagro de estar vivo. La concentración sobre la respiración ha sido desde la antigüedad, y en todas las tradiciones espirituales, la puerta principal para acceder a estados de conciencias expandidos, caracterizados por una calma profunda y por una visión amplia de la realidad que somos y en la que somos. Por el contrario, el sistema de vida que nos impone la religión del mercado nos aleja de lo esencial haciéndonos correr detrás de cosas superfluas.

En esta obra realiza una encendida crítica a la sociedad actual por su culto al dinero como fin en sí mismo. ¿Es inevitable esta tendencia en el mundo que nos ha tocado vivir?

No, no es inevitable sino algo perfectamente evitable. Esta tendencia obedece a intereses creados. Quien controla el flujo y el valor del dinero controla la población y tiene el poder de marcar las tendencias sociales. Pocos son los que saben que la Reserva Federal Norteamericana y muchos bancos centrales son entidades privadas, no sujetas al control democrático sino, más bien al contrario, las que imponen las líneas de actuación a los gobiernos elegidos democráticamente. Los dirigentes y defensores de la religión del mercado quieren hacernos creer que el actual sistema económico neoliberal es el orden natural del mundo, cuando en realidad es una ideología y un sistema perfectamente planificado por un grupo de poder muy reducido. Como dijo Nicholas Murray Butler, presidente de la Pilgrim Socity y miembro del Council on Foreing Relations : "El mundo se divide en tres categorías de gente: un grupo muy pequeño decide los acontecimientos que deben producirse; un grupo más extenso se encarga de que dichos acontecimientos se produzcan y, por último, una vasta mayoría que nunca sabe lo que realmente está sucediendo”.

Así que quieren hacernos creer que este es el único mundo posible, pero afortunadamente somos cada vez más los que creemos y sabemos que otro mundo es posible. El dinero es sólo un medio de transacción comercial, no un fin en sí mismo ya que el dinero en sí mismo no se puede comer, ni da calor ni protege del frío.

En la sociedad de la opulencia la insatisfacción personal va ‘in crescendo’. ¿Puede la meditación zen por sí misma invertir esta realidad?

La meditación zen no es una varita mágica que pueda solucionar instantáneamente los males del siglo. La crisis actual es tan compleja e implica tantas interrelaciones que sólo puede ser abordada desde una perspectiva multidisciplinar. La práctica de la meditación zen ayuda a tomar conciencia de que la felicidad global, tanto individual como colectiva, no puede ser alcanzada sólo a través de parámetros economicistas o materialistas. De lo que se trata sobre todo es de una crisis espiritual y existencial cuya solución pasa por reconsiderar la naturaleza de la existencia humana y su función en el concierto universal. Necesitamos una nueva revolución copernicana en la que el ser humano se sitúe en la posición que le corresponde en relación a los demás seres vivos, esto es, necesitamos pasar de una visión egocéntrica o etnocéntrica a una visión mundicéntrica. En esto, la meditación zen puede jugar una función importante porque ayuda a los individuos a desidentificarse de las auto-imágenes adquiridas por el condicionamiento social y cultural y les permite abrirse a una visión más amplia y abarcadora.

Cómo encontrar el punto zen

El primer maestro español explica en un libro qué puede aportar esta visión de la vida al mundo occidental

Texto: Regina Sotorrío
Foto: Francis Silva
Publicado por el diario SUR de Málaga, el 18 Abril 2008.
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SUENA el despertador. Son las siete de la mañana. Un desayuno rápido, y a la calle. A paso ligero y, con suerte, se consigue llegar con sólo cinco minutos de retraso a la oficina. Comienzan las reuniones, presentaciones, comidas... y un sinfín de compromisos y actividades que mantendrán la mente ocupada hasta bien avanzada la tarde. «Necesitamos muchísimo una práctica que nos ayude a pararnos del trajín incesante en el que andamos metidos y sentirnos», explica Dokushô Villalba con una sorprendente parsimonia que transmite a quien le escucha. Él ha encontrado la calma en medio de tanta vorágine.

Hace 30 años que en la vida de este sevillano se cruzó el zen, «una visión de la vida, de la realidad, de uno mismo que surge como fruto de la práctica de la meditación». Diez años después, tras una profunda e intensa preparación, fue nombrado maestro zen, el primer español en ostentar ese título. Desde entonces dedica sus días a fundar templos zen, transmitir su sabiduría y, por supuesto, a meditar al menos dos horas diarias. Ayer presentó en Málaga su última publicación, 'Zen en la plaza del mercado', en el que expone qué puede aportar esta rama budista a una sociedad «dominada por la ideología mercantilista, en el que los criterios mercantilistas son dogmas religiosos».

El zen «tiene un espacio en Occidente». No es una filosofía, una ideología, ni una religión. Por eso, defiende Dokushô, puede llegar a todas las clases sociales, a todas las profesiones, sin ser incompatible con la práctica de otra religión. Todo consiste en encontrar un hueco para «el silencio y la quietud».

La meditación es la base. En la postura de loto -en la que aparece Buda en todas sus esculturas- y controlando la respiración. El objetivo «es no tener objetivo», ni siquiera el de dejar de pensar. «Aporta una profunda relajación, no sólo corporal sino emocional y mental, pero también un estado de vigilia y de despertar, con lo cual los sentidos están muchos más agudizados y la conciencia de sí mismo y la realidad se vuelve mucho más clara y aguda», explica. De esta forma, «el fin último que anhelamos todos», la paz interior y una profunda satisfacción, se acercan.

El zen «no es un recetario, ni una técnica de bienestar al uso», pero plantea al individuo preguntas útiles para orientar su vida: cuáles son las verdaderas necesidades y aspiraciones, cuál es lo verdaderamente importante y por qué merece la pena dedicar la vida y el tiempo a algo. «Un dicho zen afirma que nada que no sea capaz de superar la muerte es realmente importante», apunta Dokushô. A partir de esa idea, el zen estimula la conciencia del hombre sobre la muerte y enseña que el tiempo de vida es corto y limitado, por lo que «cada uno de nuestros instantes es precioso, único», afirma.

Paz y felicidad

Y hay más. Según Dokushô, la meditación zen ayuda a comprender que «la paz y la felicidad dependen sobre todo del estado interior». De nada sirve, por tanto, «perseguir metas externas, correr detrás de objetos creyendo que la posesión de los bienes materiales es lo que nos va a dar paz».

Poco o nada tiene que ver esta visión de la vida con los populares jardines zen que se venden en centros comerciales. «Occidente trata de comercializarlo todo y miniaturiza los jardines zen y los convierte en objeto de consumo», señala. Para el maestro son, simplemente, «una pieza de decoración, una especie de 'pret a porter', un elemento de la cultura snob». En su opinión, la ignorancia y el afán mercantilista de occidente han «desnaturalizado» la palabra zen, aplicándola desde a un videojuego, a un iPod, o un gimnasio. «Sirve igual para un roto o un descosido», lamenta.

Fuente: http://www.diariosur.es/20080418/sociedad/como-encontrar-punto-20080418.html

martes, 8 de abril de 2008

Dokushô Villalba en "Ratones Coloraos"

El pasado martes 1 de abril se grabó la entrevista de Jesús Quintero a Dokushô Villalba para el programa "Ratones Coloraos", de Canal Sur Andalucía. En principio esta entrevista iba a ser emitida el martes 8 de abril, pero por cuestiones de programación su emisión no tiene aún fecha fijada. La productora El Silencio nos informará la misma mañana en la que vaya a ser emitida, en todo caso un martes a las 22.30. Por favor, consulta la programación de Canal Sur o este blogs.

Entrevista a Dokushô Villalba, maestro soto zen.

La angustia por el dolor y el sufrimiento de los demás le llevaron a las comunidades cristianas de base. Después, le tentaron el marxismo y el comunismo libertario, pero acabó por ver la luz en el budismo. Francisco Dokushô Villalba, utrerano que ahora dirige en Valencia el Templo Zen Luz Serena (www.dokusho.eu), ha publicado recientemente «Zen en la plaza del mercado» (Ed.Aguilar), libro con el que este miembro del Consejo de Sabios de la Organización de Tradiciones Unidas quiere acercarnos a este sistema de creencias y conocimiento milenarios. Leamos (y vivamos, sobre todo vivamos) en paz

Entrevista de MANUEL DE LA FUENTE para ABC Domingos, publicada el 6 de marzo del 2008.

-¿Qué alforjas se necesitan para viajar al planeta zen?

-Este viaje puede hacerlo cualquiera que tenga una salud normal, física y emocionalmente.

-¿Qué lleva a la gente a acercarse al universo zen?

-Suele ser gente madura que se ha realizado profesional y humanamente y que, llegada a la estabilidad, se pregunta: ¿Hay algo mas? Esa inquietud existencial es lo que atrae a la mayoría a practicar la meditación zen.

-Pero usted fue ordenado con veintidós años.

-Siempre tuve mucha sensibilidad al sufrimiento. Fui educado en una escuela salesiana y luego empecé a trabajar en Acción Católica, de donde pasé a las HOAC (Hermandades Obreras de Acción Católica, germen de Comisiones Obreras), de ahí al PCE y acabé terminando en el grupo Liberación en torno a la editorial ZYX, que en los albores de la Transición publicaba a pensadores de izquierda no estalinistas, como Bakunin y Proudhom.

-De las barricadas al zen. No sé si religiosa, pero es toda una experiencia.

-A los veinte años tuve una gran crisis ideológica. Me di cuenta de una cosa muy tonta y muy sencilla, pero muy real: los ricos también lloran y sufren. Algo muy importante, porque para mí en esa época el mundo se dividía entre ricos y pobres. Los pobres eran los buenos y las víctimas, y los ricos eran los malos y los verdugos. Tenía amigos burgueses y veía su dolor. Y me dije, la clave no está solo en el poder adquisitivo o la riqueza, hay causas más profundas del sufrimiento.

-Cayó del caballo y se dio de bruces con Buda.

-Más o menos. Empecé a leer libros de budismo y, sobre todo, asistí a la conferencia de un monje zen español formado en Francia, al que ayudé a abrir un centro de meditación. Al año tuve una especie de revelación, una apertura como lo llamamos nosotros. Vi claro que mi vocación era el zen, fui ordenado, y al zen he dedicado mi vida.

-¿Qué puntos de unión hay entre el zen y otras religiones?

-La experiencia religiosa es una, es la misma en esencia para todos; después viene cómo cada tradición explique esa experiencia que, por naturaleza, es inefable, está más allá de las palabras y de los credos. La experiencia religiosa pura es un estado de unidad con la totalidad, la completa inserción del ser humano en el orden cósmico, llámesele Dios, Buda... es la comunión de los santos.

-Los místicos cristianos tampoco andarán lejos.

-A partir de mi experiencia en el zen descubrí la profundidad mística de Santa Teresa, San Juan de la Cruz, el maestro Eckhart... El zen me dio las claves para comprender la «Subida al monte Carmelo», de San Juan.

-¿Dónde arranca la práctica humana de la religión?

-Todas las prácticas religiosas tienen su origen en el chamanismo, que según Mircea Eliade es un conjunto de técnicas arcaicas para alcanzar el éxtasis místico entendido como un estado ampliado de conciencia expandido, en el que se percibe la realidad de una forma completamente distinta al estado ordinario.

-¿Cuál es el medio zen para llegar a la meditación? Los giróvagos bailan y bailan, otras religiones cantan, otros pasan las cuentas del rosario.

-Las técnicas chamánicas están basadas en enfocar la atención en el ritmo y en el sonido, por eso los instrumentos básicos son el tambor (pum, pum, pum) y el canto del chamán. Se trata de generar un ritmo respiratorio que induce el trance. Nosotros nos sentamos en meditación, y acompasamos el ritmo respiratorio y el cardiaco, en un proceso en el que el corazón es el tambor que lleva el ritmo básico de la vida.

-Tenemos en la retina a los monjes budistas en las revueltas de Birmania y Tíbet...

-En Oriente las órdenes budistas permanecen en el ámbito monástico, salvo en situaciones extremas, como en Vietnam con los monjes que se quemaban a lo bonzo. En Birmania y Tíbet han vuelto a darse esas situaciones extremas y los monjes se han solidarizado con el pueblo. Si no hubieran estado presentes, la matanza habría sido mayor.

Fuente: http://www.abc.es/20080406/domingos-domingos/maestro-dokusho-maestro-soto_200804060311.html
mdelafuente@abc.es