viernes, 25 de septiembre de 2009

La imparable aceleración del tiempo

En estos finales del siglo XX estamos asistiendo a una imparable aceleración del tiempo. Esto puede ser apreciado en todas las facetas de la vida humana actual, tanto a nivel social como privado. Desde los procesos económicos y políticos, tanto regionales como internacionales, hasta los que suceden en el ámbito de la intimidad individual, pasando por las relaciones inter-individuales, por la acelerada degradación del medio ambiente (y la acelerada toma de conciencia medioambiental), por la velocidad creciente a la que se mueve la información, desde lo macro a lo cotidiano, todo, absolutamente todo se está viendo sometido a una creciente aceleración.













Presente.
Fotografía de Dokushô Villalba
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Estamos entrando de lleno en la era de la información, esto es, la era en la que grandes cantidades de información se están moviendo a una velocidad cada vez mayor.
La medida del tiempo está dejando de ser el movimiento de cuerpos sólidos en el espacio. Actualmente la medida del tiempo la marca la información, o mejor dicho, la velocidad alcanzada por la información al pasar de un transmisor a un receptor. Al acelerarse esta velocidad mediante la revolución que han supuesto los ordenadores, internet y la presencia apabullante de los medios de comunicación en la vida de los individuos, todo en nuestra vida cotidiana ha experimentado una aceleración paralela.

Nunca antes como ahora hemos tomado conciencia de la fugacidad del instante presente. Lo que en este instante presente es válido, en éste otro instante siguiente ha dejado de serlo, porque de un instante presente a otro instante presente recibimos tales cantidades de información que nuestra perspectiva del mundo cambia necesariamente. La revolución informática continúa día tras día, superándose y alcanzando niveles de precisión, velocidad y complejidad crecientes. Los modelos informáticos quedan obsoletos en cuestión de meses. De la misma forma, nuestros patrones de conducta habituales y la percepción que cada uno de nosotros tiene de sí mismo y de la vida en general quedan desfasados a un ritmo veloz y se aseveran incapaces de ayudarnos a integrarnos en la creciente aceleración de nuestro ritmo de vida.













Pasado.
Fotografía de Dokushô Villalba
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No es de extrañar que un creciente número de individuos de las sociedades cibernéticas experimenten un estado crónico de angustia, ansiedad y estrés.
Diríase que se está produciendo un desfase entre el ritmo de vida acelerado que estamos creando y nuestra propia capacidad de seguirlo. Nos gustaría parar la maquinaria, pero no sabemos cómo hacerlo. Tal es la complejidad de nuestra creación.
Aunque a primera vista esta situación pueda parecer negativa siento que contiene las semillas de un importante salto evolutivo para todos nosotros y para gran parte de la Humanidad, siempre y cuando seamos capaces de efectuar la transformación interior (emocional, mental y espiritual) que nos permita adaptarnos al ritmo de los hechos.













Futuro.
Fotografía de Dokushô Villalba.
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Las enseñanzas zen contenidas en este libro pretenden mostrar humildemente algunas de las claves que pueden sernos de gran ayuda en este proceso de transformación interior.

Los textos que conforman este libro son transcripciones de charlas zen y conferencias que he ido impartiendo a practicantes de meditación zen y al público general durante este último año. He terminado de ponerlas en orden en una pequeña aldea a orillas del río Lubierre, en el alto Pirineos de Huesca, durante los primeros días de la primavera. Este y otros muchos torrentes pirenáicos bajan por estas fechas con aguas abundantes, frutos del deshielo de las cumbres nevadas. Me he sentido sobrecogido por el agua que fluye generosa, fresca y viva a través de barrancos y valles. Estas aguas vírgenes riegan a su paso campos de cultivo y alimentan a muchos seres vivos vegetales, animales y humanos permitiendo que el ciclo de la vida continúe.

Las majestuosas montañas de los Pirineos y el agua que fluye por doquier aquí me han permitido sentir muy intensamente el principio de sansui, montaña y río, enseñado por Dogen Zenji. Nuestra vida fluye más allá de nuestras propias resistencias y fijaciones, sorteando obstáculos, dirigiéndose sin pausa y sin prisa hacia el océano inconmensurable de la Mente Unica, en la que todos terminaremos por desembocar a través de la muerte. Este fluir es observado en todo momento por la Presencia Invisible, inmutable y eterna, de nuestra naturaleza original.

Este libro no hubiera visto la luz sin la ayuda y el apoyo de algunas personas. En primer lugar quiero mostrar mi agradecimiento a José Luís, Mar y Reme quienes prepararon la primera copia de las transcripciones. Mi agradecimiento a Juan y a Cari, quienes amablemente nos permitieron, a mi esposa y a mí, pasar unos días inolvidables en su entrañable casa de Borau. Gracias también a la paciencia y a la confianza que depositan en mí José María y Jose, los editores.

Ojalá que estas palabras puedan ser un agua vivificadora para todos aquellos que las lean. Ojalá que todos aprendamos a fluir, sin miedo y con amor, en la corriente de la Vida que fluye desde el presente al presente, en un continuo presente eterno.

Dokushô Villalba
Borau, Marzo 1999

Prólogo del libro "Fluyendo en el presente eterno"
Dokushô Villalba
Ediciones Miraguano, Madrid 1999

jueves, 3 de septiembre de 2009

Dokushô Villalba, Mostachón de Oro a la "pluralidad de formas de ser utrerano"

por Ana Sánchez


El 1 de Septiembre, en el Patio de la Casa de la Cultura de Utrera, y con el acto de entrega del Mostachón de Oro, se da la salida, de forma más o menos oficial, a la Feria de Consolación 2009. Antonio Cerdera del Castillo, Presidente de la Orden del Mostachón, abrió el acto, agradeciendo en nombre de la Comisión Permanente y fundadores, a los miembros que han compuesto los últimos cuatro años la Orden, y que serán sustituidos en Octubre, su entrega y claridad de ideas, con la única pretensión de recoger el sentir de los utreranos y premiar a personas o instituciones, que difunden el buen nombre de Utrera. A continuación, Cerdera, explicó a los presentes los requisitos que deben reunirse para otorgar los dos Mostachones de Oro anuales. Antes de dar paso a la lectura del acta de concesión, Antonio Cerdera expresó sus sentimientos pues este año el Mostachón de Oro era para un amigo desde la infancia, por lo que le embargaba en esos instantes la emoción. Eduardo González de la Peña, como Secretario de la Orden del Mostachón, dio lectura al acta que recoge los acuerdos adoptados en el transcurso de la cena en la que se procedió a la elección del Mostachón a la trayectoria. Marta Montoya López, miembro de la Orden del Mostachón, fue la encargada de

hacer el ofrecimiento de la distinción otorgada a una persona, que ella dijo públicamente, “admira y sigue”. Previamente Marta dio las gracias a los miembros de la Orden del Mostachón, y muy especialmente a Salvador de Quinta, por darle esta oportunidad. Hizo una semblanza de la vida de Dokushô, desde su infancia, haciendo comprender a todos la magnitud del personaje, que era más que merecedor del Mostachón de Oro 2008. Francisco Jiménez, alcalde de Utrera, hizo entrega del Mostachón de Oro 2008, a Dokushô Villalba, que dijo recoger este galardón “con humildad, porque no se cree merecedor, pero a la vez con orgullo y espera llevarlo con la dignidad que pueda”.

Aunque en estos momentos, los galardonados, normalmente suelen estar nerviosos, la serenidad, fue la que presidió la intervención del Maestro budista Zen, Dokushô, cuyo significado es “Luz Propia”, que comenzó haciendo un recordatorio a sus orígenes familiares muy humildes. La emoción le pudo al maestro zen al recordar a sus padres, presentes en el acto, que formaron una familia de cinco hijos, que lucharon por darles estudios a los que quisieron, como fue su caso. Dokushô, siguió haciendo partícipe a los presentes de cómo fue transcurriendo su vida hasta ser quién es hoy, siguiendo su destino o voluntad divina, como le llaman algunos, que en budismo es Karma. Según el maestro Zen Dokushô Villalba, “con este Mostachón se reconoce la pluralidad de formas de ser utrerano”. Aunque reside en Valencia, y camina por todo el mundo, confesó, recordar mucho a Utrera, y dijo, literalmente, “llevo la luz de los atardeceres de septiembre de esta comarca grabada en mi corazón, como los gitanos utreranos llevan en la sangre el compás de la bulería”. Finalizó agradeciendo la concesión de este galardón que recibe “como homenaje a su familia y personas poco importantes de este pueblo, luchadoras y trabajadoras".

Cerró el acto, Francisco Jiménez, alcalde de la ciudad, y destacó que este año había sido un emocionado e intenso Mostachón, destacando las lágrimas de alegría en los ojos del padre del galardonado. Sobre el Mostachón de Oro, el alcalde utrerano, dijo venía a reconocer a los paisanos que tienen ese recuerdo al lugar que los vio nacer, además de una trayectoria. Aprovechó el momento para hablar sobre las mejoras realizadas en el recinto ferial e invitando a todos y todas a disfrutar de estos días, para los que este acto había servido de pórtico.

Fuente: http://www.uvitelonline.es/index.php?option=com_content&task=view&id=4463&Itemid=174