El siglo XX pasará a la historia, entre otras cosas, por la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es un hecho histórico que a todos los seres humanos que viven sobre este Planeta se nos reconozcan los mismos derechos fundamentales: a la vida, al trabajo, a la opinión libre y a la libre expresión, a una vida digna, al sustento, al techo y a la educación. No obstante, como dice el refrán, del dicho al hecho hay mucho trecho. Necesitaremos tal vez varios siglos más para que estos Derechos no sean sólo una declaración formal escrita en papel mojado. Tendremos que seguir trabajando muy atentamente para que estos derechos sean efectivamente reconocidos y aplicados, tanto en nuestro medio social inmediato como en otras culturas y sistemas sociales. Tenemos un largo camino por delante.
Los ciudadanos de los países llamados democráticos nos hemos aprendido muy bien esta cantinela de nuestros derechos. Como niños mimados del progreso y de la sociedad del bienestar creemos incluso que tenemos derecho a todo. Cuando sentimos que abusan de nosotros exclamamos: “¡No hay derecho!”. Es imprescindible que defendamos nuestros derechos cuando sentimos que son pisoteados. No obstante, olvidamos demasiado a menudo que el uso del derecho debe ir imprescindiblemente asociado al uso de la Responsabilidad. Por ejemplo, como habitantes de una ciudad como Utrera, tenemos derecho a un entorno digno, a calles limpias, a barrios bien planificados, al servicio de alcantarillado, de recogida de basuras, de suministro de agua potable, de alumbrado público, etc. Al mismo tiempo, también tenemos responsabilidades y debemos cumplirlas con el mismo empeño con el que exigimos nuestros derechos. Tenemos la responsabilidad de cuidar nuestro entorno no contaminándolo, por ejemplo, con ruidos molestos, no tirando papeles ni basuras en las vías públicas. Tenemos el derecho de exigir responsabilidades a nuestros representantes elegidos pero al mismo tiempo tenemos el deber de exigirnos a nosotros mismos responsabilidades por lo que hacemos.
Este año, la declaración Universal de los Derechos Humanos será completada con la Declaración Universal de las Responsabilidades Humanas. No puede haber Derechos sin Responsabilidades de la misma forma que el ejercicio de la Responsabilidad necesita el respeto al Derecho.
En estos tiempos de abuso y dejación siento que es más importante que nunca practicar el principio según el cual:
“No trates a los demás como no te gustaría que te trataran a tí mismo.
Trata a los demás como te gustaría que te trataran a tí mismo”.
Dokushô Villalba
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