viernes, 3 de diciembre de 2010

LA ILUMINACION DEL BUDA SAKIAMUNI_1

La rohatsu sesshin que durante estos días practican muchas comunidades zen en el mundo celebra la iluminación del Buda Sakiamuni, que en la tradición budista soto zen ha sido fijada el 8 de diciembre. Por este motivo publico una serie de entradas dedicadas a la iluminación del Buda.

Pasaron cerca de seis años de este modo. Gautama estaba próximo a morir. Pese a toda su austeridad no había tenido éxito en su deseo de elevarse por encima del ordinario estado de humano. La visión y el conocimiento supremos aún estaban fuera de su alcance. ¿Era posible que existiera otro camino para conseguir la iluminación?

En los días siguientes Gautama volvió a tomar una pequeña comida diaria. Sus seguidores creyeron que había cedido en su lucha y lo abandonaron. Dado que todavía se encontraba débil para conseguir sus objetivos por sí solo, las muchachas de la aldea, que sentían por él piedad y temor respetuoso, le llevaron un poco de comida cada día. Con eso empezaron a volver sus fuerzas y su radiante color.

La mañana del día de la luna llena del mes de la primavera de Vaishekha, treinta y cinco años después del día en que nació, el bodhisattva se encaminó hacia el cercano río Niranjana para bañarse en él. Después ascendió a la orilla y se sentó en un pequeño bosquecillo. Estaba todavía un poco débil pero lleno de confianza. Mientras estaba sentado allí se le acercó una bella joven vestida de color azul oscuro. Era Sujata, la hija del jefe de los vaqueros de la aldea. Sujata se inclinó ante él y tímidamente le rogó que aceptara su oferta: una escudilla especial de arroz hervido en crema de leche y endulzado con miel. Gautama sonrió y se comió el delicado arroz, el mejor alimento que había gustado desde que dejó el palacio. Eso le hizo sentirse bien y fuerte. Se quedó en el bosquecillo hasta que pasó el calor del día.

Hacia el atardecer se sintió invadido por una fuerte sensación de realización. Estaba seguro de que había llegado el momento de dar por cumplida su misión. Se levantó, cruzó el río y se encontró con un segador de hierba que le dio unos tallos blandos de hierba de kusha. Continuó andando hasta llegar a un lugar que le pareció apropiado y allí se construyó un asiento con la hierba kusha, al lado oriental de un árbol de Bo (1). Allí Gautama pronunció el juramento absoluto de no levantarse de aquel asiento hasta conseguir la iluminación, aunque fuera a costa de su vida.

Gautama se sentó firmemente, con las piernas cruzadas, en la postura de la meditación y también Mara se dio cuenta de que había llegado el momento crucial y se echó a temblar. Sabía que tan pronto como el bodhisattva hubiera alcanzado la iluminación, estaría para siempre fuera del alcance de su poder. Al principio Mara trató de intimidar al bodhisattva.

-¡Levántate, Siddhartha, príncipe guerrero temeroso de la muerte! -le gritó-. ¡Cómo te atreves a sentarte en mi asiento! Te has aventurado donde ciertamente no perteneces. Has ido más lejos de lo que debías, hombrecillo. Sigue tu propia senda y abandona el camino de la liberación. ¡Dirige la vista a tu familia y a tu reino abandonados! 





El bodhisattva permaneció impasible sin prestar a Mara la menor atención.

Extraído de SAMUEL BELCHOLZ Y SHERAB CHÖDZIN KOHN. La Senda del Buda. Introducción al Budismo. Colección Documento, ed. Planeta S. A., Barcelona 1994, I.S.B.N.: 84-08-01071-9


(1) Arbol sagrado de la India (Ficus religiosa), especie de higuera silvestre de hojas muy proyectadas y frutos redondos y de color rojo. Sus frutos no se comen y la planta se cultiva como ornamental en las regiones principales. El bo de Anuradhapura tiene un significado especial para los budistas. (N. del t.) las que había practicado la generosidad y el resto de las diez virtudes trascendentales.

2 comentarios:

  1. Me encanta la imagen, la guardo con tu permiso
    y también parte de la historia tantas veces escuchada o leida

    Gracias Dokhuso por estar dia tras dia iluminando nuestro espacio

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  2. El Buda Sakiamuni siguió resuelto la llamada del espíritu, esa que todos tenemos que es unica para cada uno, y al mismo tiempo, es general. De haberse acobardado, no le esperaba mas que la mezquindad.

    Luís Troyano

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