jueves, 11 de febrero de 2010

Medianoche es la verdadera luz



 Cada día el sol se levanta por el Este y la luna se oculta por el Oeste.
Los ojos son horizontales y la nariz vertical.
Después de la inspiración viene la espiración. Después de la espiración, viene la inspiración.
Cuando caminamos, el peso del paso de la pierna izquierda depende del paso de la pierna derecha.

Infierno o paraíso es una opción personal que depende del juicio que cada uno hace de sí mismo. Una sensación dolorosa puede ser la puerta de entrada a sufrimientos infernales si así lo decide uno mismo, o bien puede ser la puerta de entrada a la libertad y al paraíso, si uno opta por la desidentificación y el desapego. Infierno o paraíso coexisten aquí y ahora separados por el espesor de un cabello.

En «El samadhi del Espejo Precioso» escrito por el maestro Dongshan Liangjie (Tozan Riokai) se dice:
   
«Media noche es la verdadera luz, el alba no es clara».

A menudo los poemas que contienen enseñanzas de los viejos maestros Zen resultan oscuras, contradictorios. Parecen ir contra el sentido común. El sentido común nos hace ver que la media noche es oscura y que el alba es luminosa.
Sin embargo ¿qué es la verdadera claridad? La claridad de un Buda es distinta de la claridad de un ser ordinario. Los seres ordinarios vemos los objetos y las cosas en su forma y los Budas ven la naturaleza profunda de cada cosa.

La luz del día, la luz de la conciencia discriminativa, nos hace distinguir los objetos de la percepción y decimos; árbol, camino, tierra, mujer, hombre, casa, tuyo, mío, etc. A esto le llamamos claridad. Sin embargo, la mayor parte de las veces, las apariencias de las cosas que vemos bajo esta aparente claridad nos están cegando realmente, nos están impidiendo ver la naturaleza real de las cosas de cada ser o del mundo. Las impresiones sensoriales actúan como un pantalla, creando un mundo de formas, colores, sensaciones, sonidos, que son parecidos a espejismos, como reflejos en la nada. Estos reflejos ilusorios nos hacen perder de vista la naturaleza esencial, el propósito esencial. Para el maestro Tozan, la media noche es la verdadera luz porque en ese punto los sentidos y las conciencias sensoriales no están embotados por los objetos sensoriales y, sin embargo, la conciencia está ahí, la verdadera luz de la conciencia está ahí. Con esta luz de la propia conciencia, que se manifiesta tanto en la claridad como en la oscuridad, es con la que debemos hacernos íntimos. Esta luz de la propia conciencia es el aspecto más real de nuestro SER.

¿Qué significa desarrollar una fuerte conexión, una fuerte intimidad con la propia naturaleza del Buda? No apegarse, ni dejarse engañar por los aspectos más fenomenales de nuestro ser.

Esto es tener una profunda confianza en sí mismo y en la naturaleza de Buda de los demás. Esta confianza es parecida a la que existe entre una madre y un hijo: poco importa lo que haga el hijo, la madre nunca pierde la conexión esencial con él.

En cierta ocasión, en la antigua China, una madre estaba hilando tranquilamente con su rueca en la puerta de su casa. Llegaron los vecinos y le dijeron que su hijo había robado tal y cual cosa. La madre siguió hilando tranquilamente sin prestar atención a las habladurías. Ella conocía íntimamente el corazón de su hijo y sabía que era incapaz de robar. Después se supo que alguien parecido a su hijo era el que había robado. Todos pensaban que había sido su hijo, pero ella sabía que no era así, porque conocía y confiaba en su hijo. Su hijo se fue del pueblo y al cabo del tiempo le llegaron rumores de que su hijo había asesinado a tal o cual persona. La madre continuo hilando con la total seguridad de que su hijo no había matado a nadie. La mala fama de su hijo se fue extendiendo, extendiendo y la madre continuaba hilando sin prestar ninguna atención, sin sentirse perturbada por los comentarios, por las opiniones que sus vecinos le venían a hacer acerca de su hijo. Con el tiempo la policía vino a descubrir los autores de los crímenes y la inocencia de su hijo quedó completamente evidente. El hijo pudo volver al pueblo y encontrarse con su madre. Ella continuaba en la puerta hilando, totalmente conectada con la naturaleza de su hijo.

Ya se sabe que las apariencias engañan. No todo lo que percibimos es real. Muchas veces lo real queda oculto detrás de lo que percibimos. Nuestros órganos sensoriales, la conciencia analítica y discriminativa, nuestro banco de memoria, en la mayor parte de la veces crean un percepción falsa, errónea, limitada. Esta es la razón por la que debemos dar una importancia relativa a lo que perseguimos con los sentidos. La verdadera realidad sólo puede ser percibida con el ojo del corazón, con el ojo de un sentido profundo. El verdadero conocimiento, más que una actividad sensorial, es una experiencia de intimidad entre el sujeto conocedor y el objeto conocido.

Media noche es la verdadera luz. El alba no es clara. Cuando se trata de decidir o de juzgar, no importa tanto la apariencia de la acción, como la intención puesta. La intención del corazón es lo que marca la cualidad de una acción. Por ejemplo podemos hacer zazen aparentemente, adoptar la forma y hacernos creer, hacer creer que estamos haciendo zazen. Lo que verdaderamente cuenta es la acción de corazón, la actitud. Así con cada cosa, con cada circunstancia de la vida cotidiana.

El koan de hoy consiste en penetrar en la naturaleza esencial, en el corazón de los seres, en sus intenciones, penetrar en el corazón de la acción, no dejarse engañar por lo evidente. Este es el significado de «media noche es la verdadera luz, el alba no es clara». Sentir amor por sí mismo y por todos los seres es la condición natural de nuestro ser. Todo lo que se opone al estado de amor es artificio que puede ser desmontado y disuelto. El estado de amor es el estado de gracia, la verdadera luz que ilumina nuestra existencia y cada fenómeno. La verdadera seguridad sólo puede surgir del estado de amor, porque en el estado de amor no hay ofensa ni ofensor. En el estado de amor prevalece la unidad. Seguramente habéis oído muchas veces esta palabra «amor», e incluso habéis identificado algunas de vuestras emociones como amor, pero en realidad, ¿qué es esto del amor? Podríamos decir que es una experiencia energética expansiva, una tendencia integradora de la energía, un movimiento que va desde los límites de lo individual hasta lo universal ilimitado: es un movimiento centrífugo de la energía, un movimiento de disolución opuesto al movimiento centrípeto o de condensación de la energía. En el estado de amor los límites marcados por el propio miedo desaparecen y se produce una experiencia de expansión que nos lleva a fundirnos con el objeto o con los objetos amados. En el Tantra indio la fusión de la energía de Shiva (lo masculino) con Shakti (lo femenino) es la puerta para la fusión de la energía del ego con la energía universal.

Zazen es un acto de amor, es el acto de amor por excelencia. Durante zazen, en la medida en la que profundizamos en samadhi, en la que aquietamos la mente egótica, en la que olvidamos o trascendemos el sujeto que creemos ser, la energía contenida en este cuerpo y en esta mente se va expandiendo, expandiendo. De alguna manera, a través de zazen, la densidad de la materia se diluye y se convierte en luz, la luz de la conciencia. Esta luz de la conciencia toma conciencia de que su propia luz es Vacuidad, lo Innombrable, el Misterio. A este proceso de expansión progresiva le podríamos llamar amor, un proceso de amor, en el cual el hijo perdido vuelve al hogar paterno. Al mismo tiempo zazen es un acto de amor por sí mismo. Amor significa unir, integrar trascender los límites estrechos. Amar es verter la propia energía vital en el ser amado, dejarla verter, sin límites, incondicionalmente. Dentro de nosotros hay muchos personajes. Por ejemplo está el personaje que quiere profundizar en zazen, que quiere ir entrando cada vez más en la inmovilidad hasta el Corazón mismo, hasta el Misterio. Luego está el personaje que se impacienta ya por levantarse, por hacer algo,  por moverse, por tomar el desayuno, por saltar, brincar, etc. Hay muchos personajes en nosotros. ¿Cómo integrar con amor la energía contenida en estos personajes? ¿Cómo generar  amor en nosotros mismos por nosotros mismos? ¿Cómo hacer surgir la comunicación entre estos personajes? ¿Cómo hacer que se traten con amor, con compasión? En cada momento dado uno de estos personajes domina la totalidad y dirige la acción. Después se cansa y aparece otro con más fuerza, con una energía renovada, o bien aparece un oscuro personaje que, apoyándose en las circunstancia del momento,  oprime, violenta y daña a los otros aspectos de nosotros mismos. Cuando cada uno de estos personaje se siente a sí mismo limitado y encerrado dentro de categorías estrechas surge la oposición, el conflicto interno y, si en este momento ponemos conciencia en ello, podremos generar comunicación y entendimiento dentro de nosotros entre los distintos personajes que somos. Podemos generar una fuerza expansiva e integradora. Con perseverancia podemos ir creando un estado de amor cada vez más duradero.

Hoy es un buen día para tomar conciencia de que la vida sólo tiene sentido gracias al amor. Hoy es un buen día para sellar un pacto de amor, una alianza de amor consigo mismo y con todas las existencias.


 






del libro "Vida simple, corazón profundo".
Dokushô Villalba
Ediciones Miraguano, Madrid.

1 comentario:

  1. Muy bueno. Espero un día tener este libro en mis manos. Profundas reflexiones y simples como sencillas y evidentes a la vez. Para darse cuenta de ello hace falta estar despierto.
    Estos personajes que somos, necesitan de su espacio y de su turno de expansión, pero hay una conciencia superior que los observa y permite la salida al escenario desde los bastidores del teatro.
    Muchas gracias!!

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