Fue la última oportunidad, por ahora y hasta nueva programación, de
participar en un seminario presencial del PEB, es decir, de recibir en
primera persona la enseñanza de nuestra tradición, en esta ocasión
desde Keizan Yokin, pasando por nuestros revueltos tiempos, y hasta
atreviéndonos a especular sobre el futuro.
Hemos oído (y admirado) sobre la labor difundidora del cofundador Yokin, así como de otros grandes maestros que vinieron después de él.
Hemos oído (y hemos quedado estupefactos) sobre las circunstancias que envuelven actualmente al budismo, incluido el soto zen, en Japón.
Hemos oído (y nos ha llenado de ilusión, aunque no todo lo que reluce es oro) sobre el estado del zen en Occidente.
Al final hubo ceremonia de entrega de diplomas para los que terminamos el PEB, con la foto de rigor.
Hasta aquí la reseña “periodística” que José Luis me ha encomendado. Información necesaria, pero no suficiente para conseguir el “aprobado”. He de reflejar, también, otras vivencias que allí se han experimentado. Pero ¿cómo poner en palabras esos fuertes sentimientos generados? Tarea ardua, tanto para mi intelecto como para mi corazón desentrenado. Compartir con otros compañeros venidos de diferentes ciudades y poblados,
Compartir con el Maestro, novicios y residentes: ¡hemos sido afortunados! ¡Sentir el frío exterior, el calor de la estufa, el cielo estrellado! Sentir zazen, sentir el mokugyo, sentir el mopan, sentir sentados. Esto fue el fin de semana, fin de PEB. Una etapa se cierra, otra ha comenzado. Y así, mientras “los de casa” continúan con su labor y espíritu abnegado,
“los de fuera”, llenos de estado de presencia, a nuestros hogares hemos retornado.
Hemos oído (y admirado) sobre la labor difundidora del cofundador Yokin, así como de otros grandes maestros que vinieron después de él.
Hemos oído (y hemos quedado estupefactos) sobre las circunstancias que envuelven actualmente al budismo, incluido el soto zen, en Japón.
Hemos oído (y nos ha llenado de ilusión, aunque no todo lo que reluce es oro) sobre el estado del zen en Occidente.
Al final hubo ceremonia de entrega de diplomas para los que terminamos el PEB, con la foto de rigor.
Hasta aquí la reseña “periodística” que José Luis me ha encomendado. Información necesaria, pero no suficiente para conseguir el “aprobado”. He de reflejar, también, otras vivencias que allí se han experimentado. Pero ¿cómo poner en palabras esos fuertes sentimientos generados? Tarea ardua, tanto para mi intelecto como para mi corazón desentrenado. Compartir con otros compañeros venidos de diferentes ciudades y poblados,
Compartir con el Maestro, novicios y residentes: ¡hemos sido afortunados! ¡Sentir el frío exterior, el calor de la estufa, el cielo estrellado! Sentir zazen, sentir el mokugyo, sentir el mopan, sentir sentados. Esto fue el fin de semana, fin de PEB. Una etapa se cierra, otra ha comenzado. Y así, mientras “los de casa” continúan con su labor y espíritu abnegado,
“los de fuera”, llenos de estado de presencia, a nuestros hogares hemos retornado.
Anónimo
Hola, ¿sería posible que ampliases el comentario sobre el budismo en Japón?
ResponderEliminarGracias
FSc