Japón se aleja de sus tradiciones budistas así como de los templos.
Se espera que más de uno de cada tres templos cierre en los próximos 25 años. La religión se enfrenta a una "crisis existencial"
Por Justin McCurry
The Guardian, Viernes 06 de noviembre 2015
Encaramado en una colina y
rodeado de bosques de montaña ardiendo en rojos y amarillos del otoño, Kaigenji
es una imagen de postal del Japón antiguo. Los escalones de piedra que conducen
a la entrada de este antiguo templo budista zen de 300 años conducen a los
visitantes por un paisaje amorosamente extenso de rocas, árboles y blanca
gravilla rastrillada en remolinos que simbolizan el agua.
En el interior, el sacerdote
principal, Bunkei Shibata, se encuentra en un estado de ánimo contemplativo.
Pero no es el camino hacia la iluminación que ocupa sus pensamientos. Por el
contrario, se está planteando el futuro de su templo los y de decenas de miles
de otros templos budistas de todo Japón.
En los próximos 25 años se
espera que 27.000 de los 77.000 templos del país tengan que cerrar, en una de
las mayores crisis existenciales que enfrenta el budismo japonés desde que fue
introducido desde Corea en el siglo VI .
Su decadencia refleja la de
cientos de pequeñas comunidades que tradicionalmente han ayudado a financiar
los templos locales. En un informe publicado el año pasado, el Consejo de
Política Japón advirtió que si el éxodo, particularmente entre las mujeres
jóvenes, de las zonas rurales continúa al ritmo actual, casi la mitad de los
municipios del Japón desaparecerá en 2040, junto con sus lugares de culto
religioso.
Sin feligreses que paguen
para su mantenimiento, los templos no tendrán más remedio que cerrar sus
puertas para siempre, según Hidenori Ukai, periodista y abad del templo
Shogakuji en Kyoto .
"La imagen popular de
sacerdotes budistas ricos aún puede ser cierta en las grandes ciudades como
Tokio y Osaka, pero no es el caso en otros lugares", dice Ukai, autor de “La desaparición de lo templos: pérdida de
áreas rurales y religión”.
"En mi templo, tenemos
cerca de 120 parroquianos locales, pero necesitamos al menos 200 para poder
sobrevivir", agregó Ukai, quien, al igual que muchos sacerdotes, decidió
seguir una segunda carrera.
Ni siquiera la intensa
industria funeraria japonesa parece capaz de poder rescatar al budismo. Aunque
casi 1,3 millones de japoneses murieron el año pasado, pocos son los parientes que
pueden pagar los millones de yenes que cuesta celebrar un funeral budista
tradicional. Cada vez más gente está optando por ceremonias seculares más
baratos, mientras que los sacerdotes dicen que se sienten en el deber de bajar
drásticamente los precios con el fin de dar a los feligreses fallecidos una
despedida apropiada .
"El budismo japonés ha evolucionado
en una dirección extraña", dice Shibata, un empresario retirado que se
interesa en las sesiones matinales de meditación budista zen. "En estos
días, la mayoría de la gente asocia el Zen con los funerales, pero hay mucho
más que eso”.
Algunos sacerdotes están
tratando de revertir el declive y desafiar la imagen funeraria del budismo
abriendo cafeterías en los templo, apoyando las actividades de voluntariado y
acogiendo conciertos de de música y producciones de teatro. En Tokio, algunos
sacerdotes dispensan guía espiritual a su clientela joven en el Vowz Bar, al
mismo tiempo que se sirve alcohol.
La crisis que enfrenta el
budismo japonés no es una simple cuestión de demografía. A principios de la
década de 1700, la población de Japón se situó en torno a 30 millones -casi 100
millones menos que en la actualidad- sin embargo, había 46.000 templos. Las
encuestas muestran que un número creciente de japoneses considera que la
religión organizada es inaccesible, triste y que -desde el ataque de 1995 con gas sarín en
el metro de Tokio por la secta Aum Verdad Suprema - incluso peligrosa.
"En estas
circunstancias es difícil captar nuevos feligreses” , afirma Mark Mullins,
profesor de estudios japoneses de la Universidad de Auckland. "Puede que
algunos consigan algo en el contraído mercado religioso, pero lo más probable
es que la mayoría de las organizaciones religiosas tengan que realizar un gran
esfuerzo por mantener sus instituciones y actividades, ya que el número de
sacerdotes y de feligreses sigue disminuyendo”.
Y esto está sucediendo tanto
para los sacerdotes como para los feligreses. Más de 12.000 templos japoneses
no tienen sacerdote residente, según una reciente encuesta realizada por el
Asahi Shimbun, y la reserva de jóvenes interesados en el sacerdocio continúa
disminuyendo .
Shibata, que se formó en la
escuela Rinzai-Myoshinji antes de ser enviado a la prefectura de Nagano, dice que
el budismo debe comenzar a desmantelar el muro que ha construido a su alrededor,
antes de que sea demasiado tarde .
Cree que para que el budismo
japonés pueda sobrevivir otros 1500 años, el 50 por ciento de los sacerdotes
debe ser nombrado fuera de la sucesión familiar tradicional, aunque admite que
los tradicionalistas se resisten a esta idea.
Sin desanimarse, Shibata
está tratando de convertir los reveses demográficos en ventajas para la
religión, a través de un acercamiento a los jubilados que quieren llenar sus
últimos años con algo más que partidas de golf y viajes a las aguas termales .
"Hace años que la gente
sabía que solo podían contar con unos diez años después de su jubilación, y
trataban de disfrutar todo lo posible de ese tiempo”, dice un anciano de 80
años, que se ha formado como sacerdote después de su jubilación en 2006. "Pero
ahora la gente vive mucho más tiempo, y se quiere hacer algo más significativo
con el tiempo que les queda después de su jubilación”.
"Las personas mayores
tienen una experiencias de la vida muy rica y esto las convierte en un material
ideal para el sacerdocio. Y, seamos honestos, cuanto más viejo te haces, más piensas
en tu propia mortalidad, y más abierto estás a las ideas religiosas".
De 47 personas, entre ellas
un pequeño número de mujeres, que han completado su curso para jubilados, 23 se
han formado como sacerdotes, y siete están gestionando ya sus propios templos .
"La sociedad está
cambiando a un ritmo rápido, pero el mundo budista ha perdido el tren de la época
porque su conexión con la gente común se centra en los funerales", afirma
Shibata.
Además de oficiar funerales,
los sacerdotes modernos, insiste, deberían ser mentores y consejeros
espirituales y, sobre todo, difundir las enseñanzas budistas a un público
escéptico .
Señala el papel que la
comunidad budista jugó en las secuelas del terremoto de marzo de 2011, cuando
los templos abrieron sus puertas a los sobrevivientes, y los sacerdotes y monjes caminaron a lo largo de la
zona de desastre ofreciendo consejos espirituales y socorro.
"Eso es exactamente lo
que deberían estar haciendo. Cuando la gente está pasando por momentos
difíciles en su vida, nuestra responsabilidad es la de ayudarles" .
Impermanencia!
ResponderEliminarGasshô.
Quizá Japón requiere maestros como Dogen. En su época, aunque tenían más devotos, también el Buda Dhamma pasó por crisis "disfuncionales".
ResponderEliminarQuizá Japón requiere maestros como Dogen. En su época, aunque tenian muchos devotos, el Buda Dhamma pasó por crisis "disfuncionales".
ResponderEliminargRACIAS POR LA NOTA.eSTOY MUY DE ACUERDO EN LOS PÀRRAFOS FINALES, DEBEMOS ESTAR MÀS CERCA DE LA SOCIEDAD Y NO TAN "ENCERRADOS" EN NUESTRAS CEREMONIAS. GASSHO HERMANO
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo,especialmente en los pàrrafos finales, debemos estar màs cerca de la sociedad, y no tan encerrados en nuestras ceremonias. En gassho hermano.
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