El 8 de Noviembre, a la
hora en la que el maestro Dokushô Villalba cumplía 54 años, la comunidad de
residentes de Luz Serena le acompañó en un zazen silencioso mientras fuera de
la sala de meditación el viento batía con fuerza. Después del zazen, Dokushô
Roshi hizo nueve postraciones y todos los asistentes recitaron el sutra de la
Gran Sabiduría. Después, el maestro dirigió estas palabras a los reunidos:
Muchas gracias por acompañarme en este
zazen que ha tenido lugar justo a la hora de mi 54 cumpleaños y en esta
ceremonia que acabamos de concluir.
Aunque la vida nos ha sido dada, en
realidad no nos pertenece.
El cuerpo no nos pertenece.
La mente no nos pertenece.
Los sentimientos no nos pertenecen.
Ni siquiera los pensamiento que aparecen
en nuestro campo de conciencia nos pertenecen.
No somos propietarios de nada.
Ni de los objetos cotidianos que
usamos.
Ni de las personas que amamos ni
tampoco de las que nos aman.
Ni nuestros hijos son nuestros, así
como tampoco nuestros padres ni nuestros hermanos.
Somos viajeros en tránsito. Somos sólo
usufructuarios de los bienes que la vida pone a nuestra disposición para que
podamos realizar el destino que cada uno trae escrito en su corazón.
Pero el tiempo pasa rápido.
Antes de que nos estemos dando cuenta
deberemos ya devolverlo todo: la vida, el cuerpo, la mente, los amigos, las
propiedades, la fama, la riqueza …
La vida nos ha sido prestada y
tendremos que devolverla.
Si tarde o temprano tendremos que
abandonar el cuerpo, la mente, más nos vale hacerlo ahora. Mi primer maestro,
ese viejo Buda orejudo llamado Taisen Deshimaru, decía que si morimos una vez
ya no tendremos que morir una segunda vez. Hoy, nos hemos sentado en zazen y
hemos abandonado el cuerpo y la mente, se los hemos devuelto a los Budas. Por
eso, ahora, en esta ceremonia, me postro nueve veces entregando mi cuerpo-mente
a los Budas y manifestando así mi gratitud hacia mis padres que me permitieron
nacer, que me alimentaron y cuidaron durante tantos años. Entregar la vida
entera al Buddhadharma es la mayor felicidad. No sé cuánto tiempo me quedará de
vida, pero espero poder seguir respirando cada instante por las fosas nasales
de los Budas y Patriarcas.
Cincuenta y cuatro años han pasado
como un sueño. Como un sueño pasará el resto de la vida. Cuando me llegue el
momento de partir, espero poder mirar hacia atrás y contemplar mi paso por este
mundo como algo bello, como algo que ha merecido la pena vivir y espero
sentirme digno de la existencia vivida.
Gracias por vuestra felicitaciones,
por vuestras llamadas telefónicas, por vuestros correos y por vuestros regalos.
Sobre todo gracias por el regalo de vuestra amistad amorosa.
Que juntos podamos seguir viviendo en
la paz del no miedo.
¡Felicidades maestro! y gracias por esta bella lección.
ResponderEliminarque hermosas palabras llenas de una verdad transparente y clara como el agua, Felicidades nuevamente.
ResponderEliminargracias por compartir, que así sea, NMRK /\ -- Yoryu Alzaa
ResponderEliminarGracias a ti por transmitirnos tus experiencias.
ResponderEliminarUn abrazo de corazón
Felicidades, y gracias por hacerme sonreir al recordar al Buda Orejudo.
ResponderEliminarMe habría gustado mandarte mi felicitación el día 8 de noviembre, lo hago ahora cuando repaso tu blog, deseo muchos más años en tu vida, que podamos saborear a tu lado estos instantes tan especiales y tus enseñanzas
ResponderEliminarGracias maestro, muchas bendiciones y felicidad para tí
sin tiempo sin edad sin certeza.. a temporal la mente nos sitúa en nuestros años y nuestro corazón nos dice que somos eternos..
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