sábado, 6 de febrero de 2010

Entre el Cielo y la Tierra.

Zazen es sentarse y sentirse. Sentirse no como ego, no como ese personaje que vamos interpretando. Sentirse con la carne, con los hombros, con los huesos, con la mente. La práctica de zazen nos permite desidentificarnos de los aspectos más superficiales de nuestro ser y acceder progresivamente al despertar total de nuestro verdadero Yo, al reconocimiento total de todos los aspectos de nuestro ser.

Durante zazen la columna vertebral es importante. La columna vertebral es el eje de nuestra vida, el canal de transmisión entre la tierra y el cielo, entre el padre y la madre, entre el mundo espiritual invisible y el mundo material visible. La columna vertebral, la médula espinal que contiene, es el eje de nuestro mundo, el árbol de nuestra vida.

Durante zazen tenemos que empujar bien el suelo con las rodillas, estirar bien la columna vertebral de manera que podáis clavar bien la coronilla en el cielo.

Sentarse en zazen es encontrar el eje justo en la postura, situarnos en el centro mismo de nuestro universo. En la práctica de zazen hay un aspecto muy importante de centramiento que solamente se produce cuando tomamos conciencia de qué es lo realmente importante en nuestra vida. Qué es lo que realmente no tiene importancia en nuestra vida y qué es lo que realmente importa.

La vida cotidiana está llena de acontecimientos. Es como una comedia de Almodovar en la que entran y salen continuamente personajes, aparecen situaciones trágicas, cómicas, desagradables o placenteras.

Encontrar el centro en importante. Vivir desde el centro, apoyarnos continuamente en lo que consideramos el fundamento de nuestra existencia. Sabemos que somos seres que hemos nacido aquí, en este mundo, que hemos aparecido como los champiñones que aparece a la mañana en medio del bosque. Sabemos que nuestro tiempo de existencia es limitado, que nuestra energía es limitada ¿Qué hacer?.

¿Cómo emplear el tiempo? ¿Hacia dónde dirigir nuestra energía vital?.
Tarde o temprano, pero mucho antes de lo que imaginamos, todo el mundo perceptible   el que sentimos, vemos y pensamos   desaparecerá. Antes de que nos demos cuenta, nuestra existencia individual  se habrá disuelto. ¿Cómo ser auténticos durante este tiempo de vida?, ¿cómo vivir la forma ? ¿Cómo ser seres humanos auténticos? La toma de conciencia de la columna vertebral es importante. La verticalidad es lo que nos distingue dentro del orden animal o vegetal. El Gran Espíritu o el Orden Cósmico ha querido que nos levantemos sobre nuestra patas traseras, con lo cual el circuito energético de nuestro cuerpo ha sido completamente transformado. Resultado de esta transformación es la inteligencia y también la conciencia.

Cuando caminamos en kinhin (1), o simplemente cuando permanecemos de pie en la sala o fuera, debemos realizar plenamente nuestra condición de cuadrúpedos erguidos sobre nuestras patas traseras. Todas las dificultades que aparecen en zazen son debidas a la obstrucción del fluido energético entre el cielo y la tierra. Cuando nos sentamos en zazen hay que hacerlo sobre la base del sexo, sobre el perineo. Es muy importante tomar conciencia de este punto. A través de él las energías de la tierra penetran en nuestro cuerpo. Si estamos atentos podemos sentir cómo la energía asciende a lo largo de nuestra columna durante la inspiración. Podemos sentir el estado actual en el que nos encontramos. Esta ascensión llega hasta la coronilla. Aquí la energía de la tierra entra en contacto con la del cielo. Desde la coronilla, la energía del cielo desciende por la parte anterior del cuerpo: de la cima al entrecejo, de aquí al paladar superior, de aquí a través de la lengua desciende hasta la garganta, pecho, plexo solar, hasta el bajo vientre, el perineo. Desde aquí el canal principal de energía vuelve a subir por la espalda. De esta manera se completa el circuito. Desde el bajo vientre descienden también dos canales importantes a través de las piernas. Estos sirven como descarga o toma de tierra. Hacer que la energía circule en este sentido es importante.

Cuando la energía va irrigando los centros energéticos importantes los va despertando. Al mismo tiempo va despertando las características propiamente humanas.

Los seres humanos hemos engendrado y trasmitido un karma(2) negativo, un karma de dolor, sufrimientos, de lucha. Al mismo tiempo hemos ido trasmitiendo la vía de Buda, la semilla o la naturaleza de Buda. Nosotros mismos, aquí y ahora, somos frutos de este karma negativo e inconsciente heredado hasta nosotros a través de nuestra familia, padres, colegios y sistema sociocultural y, al mismo tiempo, tenemos la plena potencialidad de despertarnos completamente a nuestra naturaleza de Buda.

Karma negativo es aquel que está impulsado por los bonno. Bonno son percepciones distorsionadas de la realidad debido a la ignorancia, a la oscuridad, a la falta de conocimiento y realización. Nuestros padres y nuestros profesores nos han trasmitido muchos puntos de vista que nosotros consideramos válidos y verdaderos, pero que en realidad son creadores de infelicidad. El karma negativo es el que nos conduce a la infelicidad, a la falta de alegría, a la falta de amor. Es el que hace de nosotros seres encerrados en sí mismos, doloridos o resentido, seres con la mente empañada por emociones tóxicas y, al mismo tiempo..., somos Buda.

Cuando buscamos el camino, buscamos la liberación del karma negativo, la realización de nuestra más íntima naturaleza. Cuando recibimos la ordenación de bodisatva(3) hacemos el voto de cortar todo mal.  Cada uno debe sentir qué es el mal. Cada uno debe sentir en su propio corazón, en su propia mente, en su propio cuerpo qué es el mal. El mal, como los bonno, es aquello que causa perturbación, aquello que bloquea la vitalidad natural de los seres, la capacidad de amar de crecer y expandirnos. El mal es aquello que empaña la bondad natural de los seres, aquello que duele. El resultado de una acción perversa es siempre el dolor, ya sea para uno mismo o para los demás. Mientras que el bien es aquello que expande el corazón, que da alegría, que potencia la vida. El bien hace que los seres vivan confiados, seguros. En definitiva todos los seres vivientes aspiramos a la felicidad, todos queremos vivir en un estado de felicidad, no queremos experimentar dolor ni desgracia, pero pensamos que este estado es algo que nos viene de fuera, como un premio, como un cuponazo de la ONCE. O esperamos que sea otra persona la que nos aporte  felicidad. Hasta cierto punto esto puede ser cierto, pero la verdadera causa de la felicidad se haya en nosotros mismos, en los pensamientos, palabras y acciones que realizamos en cada momento. Cuando nuestros pensamientos palabras y acciones surgen de una mente pura y bondadosa, de una mente que vive claramente para el bien de todos los seres, los resultados serán cada vez más cercanos a la felicidad individual y colectiva. Si por el contrario la mente es impura, está contaminada por reacciones de odio, de envidia, de rivalidad, caemos en la tela de araña de la infelicidad y no podremos más que generar infelicidad en nuestro entorno.

¿Qué es el bien y qué es el mal?. El Bodhisatva del Budismo Mahayana hace el voto de acabar con todo el mal que le ha sido trasmitido, hace el voto de trasformarlo en bien para el presente y para el futuro. A menudo, cuando vivimos en la inconsciencia y nos dejamos llevar por un comportamiento compulsivo, no hacemos más que perpetuar el mal karma que nos ha sido trasmitido por nuestros antecesores. A cada instante tenemos el reto de crear una nueva vida, un karma nuevo, de hacer sampai ante todos aquellos que nos han precedido, todo nuestro agradecimiento por haber perpetuado el fuego sagrado de la vida ante nosotros y a partir de ahí, nosotros nos hacemos responsables de nuestro fuego.

De alguna manera debemos dejar de ser los hijos de nuestros padres. De alguna manera debemos crecer para hacernos responsables de nuestra existencia, para trasmitir a las generaciones futuras un karma más limpio, más depurado del que hemos recibido de nuestros padres. El hecho de que cada generación haya asumido su responsabilidad para con la humanidades lo que ha permitido que la humanidad haya progresado generación tras generación.

Es algo muy bueno el que hayamos dejado la ciudad creada por nuestros antecesores y nosotros mismos hayamos tomado le decisión y la responsabilidad de crear un nuevo mundo. No obstante, cambiar de lugar físico no basta. Es importante que aquí no sean reproducidos los karmas negativos de nuestros padres. Es importante que la transformación sea real y profunda, en lo más profundo de nuestra estructura corporal y mental. Sólo así estaremos dando un paso hacia adelante. Sólo así estaremos creando algo realmente bueno para nosotros y para las futuras generaciones. Este lugar es sobre todo un lugar de transformación interior, un crisol, un horno alquímico en el que poder purificar y quemar los restos del viejo karma y trasformarlo en cristal trasparente, en cuarzo translúcido. No olvidéis esto. Que cada uno asuma su propia responsabilidad, que cada uno asuma su propia transformación.

Esto es lo que más necesitamos desde el fondo de nuestro corazón.
 
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Notas.
 
(1) Kin Hin, meditación caminando.
(2) karma, ley de la causa y del efecto. La causay el resultado de nuestras acciones. 
(3) Bodisatva, en el Budismo Mahayana, aquel y aquella que hace el voto de trabajar por el bien de todos los seres vivientes.

Vida simple, corazón profundo.
Dokushô Villalba
Ediciones Miraguano, Madrid,

1 comentario:

  1. gracias Dokushô y me quedo con lo último asumo la responsabilidad al 100% de todo lo que me suceda afortunadamente cada segundo que pasa me siento más propietaria de mi vida, pero siempre se me genera una duda ¿que piensas tu de la co-responsabilidad?

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